Diario de León

UNA DESTREZA PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

Halcones que son centellas en el cielo de León

Las jornadas internacionales del norte de España vuelven a marcar un récord de asistencia al espectáculo milenario que ha consolidado a La Virgen del Camino como referencia mundial en el mapa de la cetrería.

Un cetrero espera el momento del lance. FERNANDO OTERO PERANDONES

Un cetrero espera el momento del lance. FERNANDO OTERO PERANDONES

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L. urdiales | león

Baharí es el nombre con el que los pueblos árabes distinguían al halcón peregrino; ave tan espectacular como encarnizada en la caza, la familia del falco, con todas sus subespecies o sufijos, se ha convertido en el icono de la cetrería, una práctica milenaria que encandila desde que existe detalle de vestigios de civilización; la cetrería es un arte que aspira a la simbiosis entre el ser humano y las rapaces; en torno a esa práctica, gira toda la actividad de las jornadas internacionales de cetrería del Norte de España, que han hecho de León un santuario para aficionados, practicantes y devotos de este uso; el club cetrero que corre a cargo de la organización se llama Baharí, igual que aquel halcón que ya inspiraba veneración al principio de los milenios. A este punto de La Virgen del Camino regresó ayer el círculo cetrero, un impulso de convocatoria que motiva un aluvión de visitantes a esta localidad del alfoz, una muchedumbre que sólo se ve superada por la romería de san Froilán. El graderío dispuesto frente al campo de vuelo se queda por momentos pequeño ante la demanda que interesa visionar en un balcón de privilegio la secuencia más antigua de todas las fuerza motrices del mundo: el depredador sobre la presa, el halcón y la paloma, la batida; el lance, la huida a ras de suelo, el picado de la rapaz, pájaro altanero que puede mutar a proyectil en cuestión de segundos. Como que fuera a inmolarse y dejar huárfano al cetrero que la entrena y mima; pero no. Aquello que vieron nobles y príncipes se ofrece actualizado para la sociedad de hoy, en un formato que adopta todas las disciplinas de caza cetrera. Deletrea el proceso un sistema tecnológico de última generación, que aporta detalles celosos sobre todos los parámetros de la maniobra: la altimetría, la vista cenital, la traza del pájaro que sale del puño —que es atalaya y base de operaciones— mientras masculla y calcula el riesgo del lance, la velocidad del picado (que hace saltar los límites de la supervivencia). «¿Ha visto a un pájaro caer del cielo a trescientos kilómetros por hora?», pregunta el cetrero al actualizar una batalla secular en el descampado sureste de La Virgen, que rebosa de público interesado en esta disciplina. Se enfatiza al halcón, porque es perfil de la altanería, santo y seña cetrera; pero los 130 vuelos que glosan la primera jornada de las jornadas internacionales del norte contienen ejercicios de harris y azores, que fundan otro paso, otra estrategia más pausada y constante, como la que alienta aquel que triunfa en el último segundo; harris y azores llevan al límite del alcance del ojo humano el desenlace de su duelo; el árbitro decide en la escena porque va a caballo. Pequeñas aves es la cuarta disciplina en el concurso, que hoy va a resolver los ganadores de las cuatro categorías de esta vigésimo segunda edición; en medio de un ambiente de jolgorio que contiene la respiración mientras el halcón se desploma del firmamento. El silencio lo rompe el chasquido seco de la garra que rasga el pecho de la paloma. Y un aplauso atronador.

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