Diario de León

SANIDAD

El Hospital inicia un proyecto para acelerar la recuperación de los prematuros con masajes

Diecisiete bebés se han sometido al protocolo de investigación

Alexandra da masajes a su hija en la UCI de neonatos del Hospital de León

Alexandra da masajes a su hija en la UCI de neonatos del Hospital de León

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CARMEN TAPIA | LEÓN
León

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La unidad de Neonatología del Hospital de León emprende un proyecto pionero para que los padres y las madres den masajes a los recién nacidos prematuros para acelerar su recuperación. El protocolo de masaje y cinesiterapia, al que ya se han sometido 17 recién nacidos prematuros, forma parte de un proyecto de investigación financiado con 11.000 euros por el Instituto Carlos III durante tres años y ha recibido el premio a la mejor comunicación oral en el Congreso de la Asociación Española de Enfermería y Salud.

El objetivo de los masajes es reducir la estancia hospitalaria, estimular el desarrollo motor y recuperar lo antes posible los parámetros normales del peso de bebé. En este proyecto colaboran enfermeros, fisioterapeutas, neonatólogos y enfermeros internos residentes de enfermería pediátrica.

Pero los principales actores de la recuperación de los bebés son los padres, que durante quince minutos al día realizan las técnicas específicas de masajes que se han puesto en marcha tras un largo proceso de validación de los protocolos existentes en el que ha trabajado el equipo, dirigido por los investigadores principales del proyecto, Daniel Fernández, profesor de Enfermería de la Universidad de León, y María José Álvarez, profesora de Fisioterapia. Los primeros quince minutos son técnicas de masaje tradicional, con el recién nacido boca abajo; otros cinco minutos con el bebé hacia arriba con masajes de fisioterapia en manos y piernas y otros cinco minutos de masaje inicial.

Los directores del proyecto enseñan a los padres los masajes en un muñeco para después empezar, bajo supervisión, con su hijo, que permanece en la incubadora. «Además del beneficio que tiene para mi hija, la experiencia es muy gratificante para mí porque es muy importante psicológicamente para una madre poder tocar sin guantes la piel de mi hijo», explica Carmen, que acaba de empezar a masajear a su bebé que nació hace una semana con 37 semanas de gestación y 1.840 gramos de peso.

El masaje se suma al programa canguro, más conocido como piel con piel, método utilizado para que la madre pueda sentir sobre su pecho a su hijo «pero la puedo tocar con guantes, mientras que con el masaje tengo un contacto directo».

Para poder tocar al bebé el padre o la madre que realiza la técnica tiene que someterse a un exhaustivo lavado de manos siguiendo el protocolo hospitalario con un gel desinfectante.

«Por fin puedo tocar la piel de mi hija», explica Alejandra Cartojo, una madre primeriza de 18 años que alumbró el 5 de noviembre a Ruth, un niña que nació con 32 semanas de gestación y 1.520 gramos de peso. «En un día han vuelto a pesar y ya ha ganado veinte gramos», cuenta orgullosa. «Es algo natural, que no le va a hacer daño. He notado que después del masaje está más tranquila. Noto que le gusta y cuando le hablo abre los ojos y me mira».

«Nuestra hipótesis de trabajo se fundamenta en el hecho de que el masaje y la estimulación proporcionada por los padres mejorarán el estado biológico de los bebés prematuros. Además estimulará el desarrollo neuromotor y su estado nutricional. Todo ello conllevará una reducción de días de estancia hospitalaria y una disminución del coste sanitario», explica Daniel Fernández.

El éxito del proyecto pasa por la participación activa de los padres y la elección de los recién nacidos candidatos para las técnicas de masajes. Son bebés que tengan una supervivencia superior a las 48 horas tras el parto, con un peso que oscile entre los 1.250 y los 2.249 gramos, clínicamente estables, con el consentimiento informado de la familia.

Carmen es madre de un niño que nació con 28 semanas de gestación y 750 gramos de peso. Ahora tiene dos meses de edad corregida (nació hace cinco meses) y pesa 4.500 gramos. «El masaje fue una experiencia sensorial con el bebé muy importante emocionalmente. Al principio el niño no quería y lloraba, pero luego acabamos conectando. Estaba en la incubadora en cuidados intermedios y hubo momentos en que sentí que fijaba la mirada en mí y sonreía por lo que creamos un vínculo muy especial».

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