La indudable ganadora de todas las causas perdidas

Enferma desde hacía ya algún tiempo, a Azucena González Coronado le sobrevino silenciosa la despedida. Y se fue en paz. Consigo misma y con el mundo, del que hizo un lugar un poco más bonacible con su eterna lucha en favor de los derechos sociales, que materializó en corto en innumerables causas del turno de oficio y en largo con su adscripción rotatoria al Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

Colegiada 194 en León, ejerció la abogacía desde 1976. Estudió en Salamanca y fue apadrinada por Emeterio Morán, Juan Lozano, José María Suárez y Roberto Merino.

Su intención era irse a Madrid a hacer práctica para venir a León a trabajar en laboral. Por eso fue lo de Atocha. La famosa matanza de abogados ocurrida el 24 de enero de 1977 que se considera una de las fecha clave de la transición, la vivió de cerca. Demasiado cerca. «Iba en el puesto de un compañero nuestro al que habían matado y tenía en el despacho de al lado a Manuela Carmena. Roté por todos los despachos de Madrid y acabé en León haciendo laboral, penal y matrimonial», le gustaba recordar.

Fundadora de la Asociación Flora Tristán con 50.000 pesetas que adelantaron ella y Margarita Trapiello, tenía carné del Partido Comunista «y firmado por Dolores Ibárruri». Rechazó la medalla del Colegio de Abogados porque no quería distinciones. En la historia ya tiene una bien reservada.