Diario de León

La industria alemana busca mano de obra barata en las prisiones

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Algunos de los talleres en los que se emplea a los reclusos son verdaderas fábricas, a juzgar por el número de personas que allí trabajan. Es el caso de Merak, una filial española de la firma alemana Knorr-Bremse. Merak, que tiene su sede en Getafe (Madrid), da tarea indirectamente a una media de 120 personas cada año en el centro penitenciario de Ocaña I, en Toledo.

A día de hoy, según la entidad estatal, 135 internos prestan servicio en el taller que produce para la firma alemana. Desde 2010 hasta 2020, los encargos de Merak han proporcionado ocupación a más de 1.300 personas en esa prisión.

Otra filial de Knorr-Bremse, Merak Sistemas Integrados de Climatización, que desde el año 2013 colabora con el centro penitenciario de Ocaña II, también en Toledo, da tarea en la actualidad a 84 reclusos.

«Estamos convencidos de que este modelo de cooperación combina los beneficios sociales para los presos, así como su reciclaje y reintegración en la sociedad, con la capacidad de mantener recursos más cualificados a un coste competitivo en Europa Occidental», explicó una portavoz de Knorr-Bremse al diario digital Correctiv .

La actividad más controvertida es la que afecta a empresas privadas. Éstas llevan su producción a las prisiones y el Estado se hace cargo de la mano de obra, las instalaciones y sus gastos correspondientes.

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