Diario de León

Economía circular desde la ULE

El laboratorio donde el hormigón conquista su segunda vida

El Grupo de Ingeniería de Materiales y Ecoeficiencia investiga para que productos reciclados de las obras vuelvan al mercado sin impacto ambiental

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Publicado por
A. G. P.
León

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Ahorros del 50% en árido natural, 33% en consumo de agua y 8% en energía, un 10% menos de emisiones de óxido nitroso y de un 3% en el caso del CO2. Son los beneficios de la utilización en las obras del hormigón reciclado, un respiro para el Planeta, teniendo en cuenta que este material es el segundo del mundo más demandado por sus habitantes tras el agua. Materia prima secundaria que vuelve al mercado —a través del árido reciclado, como principal ingrediente de la receta— siguiendo la senda de la economía circular. Además, cada tonelada de árido lograda con la transformación de residuos de construcción y demolición ahorra al Planeta dos (la no vertida y la no extraída).

Una premisa grabada a fuego en el Grupo de Ingeniería de Materiales y Ecoeficiencia (Inmateco) de la Universidad de León, con sede en la Escuela de Ingeniería Agraria y Forestal. Cuando los profesores del equipo explican a sus alumnos que el 90% de estos residuos pueden valorizarse y el 75% de ellos tienen la posibilidad de convertirse en áridos reciclados, la sorpresa de los estudiantes es mayúscula.

«Buscamos una segunda vida al residuo, transformándolo en árido secundario que vuelve a la cadena de producción para que en lugar de que estos desechos de obra se conviertan en un problema, sean una solución», relata la responsable del grupo investigador y profesora de Proyectos en la Escuela de Ingeniería Agraria y Forestal, Julia Morán. Desde hace quince años, el equipo indaga en el laboratorio «vías de valorización de estos residuos para que sean una alternativa sostenible para el futuro; usar hormigón no procedente del árido natural para que no se desangre el Planeta».

Resultados de pruebas con materiales. FERNANDO OTERO PERANDONES

Recuerda que en la mochila ecológica de cada europeo viajan trece kilos al día, de los que un tercio son residuos de demolición y construcción. Lo explica gráficamente con un elocuente ejemplo: cada dos días y medio se llenaría el estadio de fútbol Nou Camp. En el trabajo diario del grupo —integrado por ingenieros agrónomos, una química, una arquitecta y un ingeniero de geotecnia, ayudados también por alumnos en ocasiones— analizan la calidad y propiedades de los áridos reciclados. Realizan ensayos en el laboratorio con distintas muestras procedentes de diferentes lugares y también pruebas con los componentes del árido reciclado (de hormigón o restos cerámicos).

Todo con el objetivo de dar una segunda vida a estos residuos recuperados y con la vista puesta en posibles vías de utilización. «Ensayamos para definir su calidad, sustituimos todo o una parte de árido natural por reciclado», asegura la docente. Resistencia, durabilidad y trabajabilidad constituyen tres de los pilares fundamentales del estudio. «Todo para que funcione bien el hormigón reciclado porque hay que recordar que tres cuartas partes de este material está integrado por el árido. Buscamos nuevas recetas con nuevas dosificaciones». Para ello fabrican probetas y así conocer su resistencia y durabilidad. Trabajan con áridos reciclados procedentes de plantas de todo el país. Y la conclusión: «El hormigón reciclado cuenta con los mismos parámetros de calidad que los convencionales; son equiparables en resistencia y durabilidad».

Entre los retos, la investigación de hormigones de altas prestaciones que consigan «resistencias enormes; autocompactantes». Pronto verá la luz una tesis con este asunto como protagonista. Otros de los desafíos, las algas diatomeas, cuyo sílice en contacto con el hormigón lo mejora y ahorra en productos artificiales; y el uso de biopolímeros para lograr mayor durabilidad.

La profesora Morán en tareas de pesaje. FERNANDO OTERO PERANDONES   

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