Diario de León

Infraestructuras

La León-Benavente espera desde hace diez meses para culminar la reforma

La plataforma derecha replica las situaciones del peor deterioro que sufrió la traza ya arreglada

Detalle de la señalización que acompaña el declive de la plataforma derecha de la León-Benavente. RAMIRO

Detalle de la señalización que acompaña el declive de la plataforma derecha de la León-Benavente. RAMIRO

León

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Hay una analogía descomunal entre las dos plataformas de la León-Benavente; hasta en la urgencia de la derecha para recibir las obras que durante más de un lustro de demora agotaron la paciencia de los usuarios en la traza izquierda.

Las última coincidencias parten de señales de limitación de velocidad, que acompañan una advertencia de firme sinuoso, para acompañar la sensación del conductor que trata de sujetar el vehículo en diversos tramos del trayecto cuando se completa en sentido sur.

Hay señales apocalípticas en esta sección castigada de la A-66; pero no hay obras de reparación. Y eso, a pesar de que la intervención se adjudicó hace ya diez meses, en lo que se suponía el principio del fin de un suplicio que ha mercado el devenir diario de esta vía elemental de la comunicación del norte y noroeste, durante la última década.

Los baches y requiebros en el firme de la A-66 resultan ya casi tan antiguos como a la propia estructura a la que representan a través de un historial de siniestros, accidentes, averías y percances resultado del deterioro.

No hay obra contra todo pronóstico, camino de cumplir el primer año de la última adjudicación desglosada de la reforma integral que se decidió acometer, para corregir los defectos del firme que han llegado a convertir el más de medio centenar de kilómetros al sur de la capital leonesa en un reto para los conductores. Lo fue la plataforma izquierda, que acabó de renovarse el pasado verano, luego de un ritmo renqueante del proceso de intervención; y lo es ahora esta vertiente derecha de la autovía, que llega a resultar intransitable en algunos trechos, marcados por los remaches, el asfalto repisado o las grietas interminables en la capa de rodadura; donde aún queda restos de este ingrediente necesario para una autovía con medidas mínimas de seguridad para el usuario.

No hay obra contra el pronóstico de la época estival, que facilita el avance por la climatología adecuada para acometer el proceso de reparación. Diez meses después de la adjudicación, por casi seis millones y medio de euros, la estructura a remozar presenta un grado de deterioro mucho más amplio que en el esperado momento en el que Fomento (predecesor del cometido de Transportes), superó el último trámite que faltaba para el rescate completo de la autovía,. Porque cuando se lleve a cabo la reforma integral del firme, de los dos carriles de circulación en sentido creciente , la plataforma de la A-66 entre León y Benavente, entre los puntos kilométricos 143 y 196, este último en el límite con la provincia de Zamora.

Ese es el escenario y esa es la situación, que ha dado origen a fenómenos inimaginables en relación con el tráfico; hay demandas preparadas o en curso contra el responsable de la vía por causa de los daños y desperfectos originados en los vehículos que tropiezan con un bache inconcebible en mitad de una autovía; los conductores afectados se pusieron en camino de iniciar una demanda colectiva, para restañar las consecuencias de un firme poco apropiado para una vía de alta capacidad, que representa esta A-66 en la puerta que abre al noroeste.

Con diez meses acumulados desde la adjudicación, y un colchó de tiempo de tres años hasta el límite que permite los plazos de ejecución, los usuarios de la A-66 se preparan para otra cuaresma en la procesión que se acomete en sentido sur; las señales que rebajan la velocidad a cien en muchos trechos no hacen más que acentuar la sensación de declive en una de las arterias elementales para la comunicación del territorio. Otra analogía inevitable del vial.

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