Diario de León

Infraestructuras

La León-Braganza se reivindica con el tráfico a Portugal a través de la A-231

La autovía jacobea y la A-66 son pasillo al país luso aunque no salen en el mapa de la DGT

Vehículos de placas de países europeos estacionados ayer en las áreas de servicio de Palanquinos. FERNANDO OTERO

Vehículos de placas de países europeos estacionados ayer en las áreas de servicio de Palanquinos. FERNANDO OTERO

León

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Hay pocas manifestaciones más contundentes a favor de la León-Braganza que esta que emprenden cada verano, o periodo vacacional, los conductores que eligen la A-231 en el trayecto entre Centroeuropa y Portugal.

El fenómeno crece a la par que el tráfico de la autovía, que acerca la capital leonesa a los polos de desarrollo de la cabeza de Castilla, el corredor del Ebro y los nodos de entrada al País Vasco; y, a la vez, ensalza a León como eje del enclave noroeste del país, en un estadio que se le niega de forma reiterada en las inversiones estructurales, y hasta en los mapas con los que la DGT describe los movimientos y la frecuencia de circulación que sucede en periodos estacionales, como este que ocupa en el estío. León no sale en la relación de rutas internacionales prioritarias que se confeccionan en torno al tráfico que fluye por las principales vías de comunicación de la península; aunque la omisión parece que no causa incidencia en la planificación de los automovilistas que tienen en su itinerario, en origen o destino, el norte de Portugal, Francia, Países Bajos u otras zonas de Centroeuropa receptoras de la emigración lusa.

Pasillo a Europa

La conexión internacional leonesa triplica el tráfico estival sin referencias en la planificación oficial

El tráfico con destino a la región norte portuguesa elige León como zona de paso, en contra de los indicadores llamativos que invitan a tránsitos por las autovías de Castilla, en el repertorio oficial de las comunicaciones, según el mapa elaborado por la Dirección General de Tráfico, o el curso del Duero, por la Nacional que espera trámites para convertirse en vía de alta capacidad.

En contra de la teoría oficial, el trazado elegido es la A-52, de las Rías Baixas, la A-66, hasta el entronque de Onzonilla, y diagonal hasta los confines de la maraña de comunicaciones del norte que abre la puerta a los pasos fronterizos. En la elección mayoritaria, a tenor de la presencia de vehículos con placas foráneas que jalonan las áreas de descanso del corredor del Camino de Santiago y del tránsito por la Ruta de la Plata en la provincia leonesa, abunda la aplicación práctica de la teoría que defiende el valor de la León-Braganza; porque parte del trecho de León que forma parte de ese trazado de León para el tráfico internacional que no acaba de salir en los papeles oficiales bordea el trayecto imaginario por el que discurre la León-Braganza, en los bocetos con los que aporrea las puertas de las administraciones, aún sin respuesta.

Cada verano y cada espacio vacacional que multiplica los movimientos del tráfico rodado, se repite esa secuencia. Los recorridos alternativos que ofrece León para las comunicaciones del noroeste de la península florecen cada vez que se pone a prueba el valor de un enclave geográfico que hace siglos ya filtraba vías de comunicación en busca de la costa lusa más septentrional, así como a otros puntos de la costa Atlántica o Cantábrica.

La autovía A-231 fue una idea para dar una oportunidad de cohesión territorial a las provincias que acordonan por el norte la autonomía, en las que es evidente la clara desventaja social y económica que padece León; 23 años después de la puesta en servicio de los primeros tramos, el vial supera los diez mil vehículos de intensidad media diaria, y se ofrece como aporte esencial para comprender los flujos de tráfico que aglutina la provincia leonesa; más que nunca, confluencia de caminos en mitad de una encrucijada internacional que eligen los conductores porque cuenta con el beneplácito de un trazado eficiente, más corto, más directo de los que invitan en carteles y mapas de la oficialidad.

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