Diario de León

ANÁLISIS

León bajo la sombra de la autonomía: 34 años cuesta abajo

Durante las más de tres décadas en la Comunidad, León ha caído prácticamente diez puestos en el PIB nacional y perdido más de 45.000 habitantes; su papel de provincia periférica otorgado por la Junta la aleja cada vez más del eje estratégico de inversiones y desarrollo protagonizado por el triángulo de Palencia, Valladolid y Burgos .

Panel con el escudo de León colocado en la sede de las Cortes de Castilla y León durante una exposición temporal.

Panel con el escudo de León colocado en la sede de las Cortes de Castilla y León durante una exposición temporal.

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Asun G. Puente | redacción

Cuestión de ejes. La configuración autonómica en la que la provincia quedó integrada hace 34 años tuvo polos estratégicos de desarrollo como principal motor, sin olvidar, obviamente, las cuestiones de interés político en el tablero de juego del país. León era fundamental para diseñar una comunidad que buscaba a Valladolid como centro geográfico desde el que articular un espacio tan extenso como la meseta norte. De esta forma, la ciudad del Pisuerga quedó exactamente en el centro del mapa. Hacia allí convergen de manera natural los flujos económicos y también humanos del resto de la macroautonomía.

Valladolid, junto con Palencia y Burgos, configuran el eje estratégico, la locomotora de la economía de Castilla y León. Es en este triángulo donde se centran las principales líneas de desarrollo e inversión de la Junta. El peso industrial de estas tres provincias hace que lideren el índice de riqueza por habitante. Concentran cerca del 60% del sector y aportan al PIB autonómico cinco puntos más que población.

El papel periférico, al que León fue relegada desde que echó a andar la autonomía, ha relegado a la provincia en todos los parámetros económicos, como lo demuestran los prácticamente diez puestos que ha bajado en el ránking del PIB o los más de 45.000 habitantes perdidos durante estas más de tres décadas. Ya superan los 50.000 el número de leoneses que viven fuera de su tierra, en una sangría migratoria imparable en busca de oportunidades laborales que no encuentran en casa. Esta cifra supone un tercio de los habitantes de toda la Comunidad que residen en otras autonomías o en el extranjero. La larga crisis de los últimos diez años, tal y como reflejan los datos del gráfico que acompaña esta información, ha acelerado el declive económico de la provincia. De nuevo, su alejamiento del eje que mueve la economía de Castilla y León, lastra su salida de la recesión y ralentiza sus pasos hacia la recuperación.

«El mayor interés estratégico de desarrollo de la Comunidad se ha fijado en el centro, siempre habrá más movimiento económico allí que en la periferia, donde está León», explica la presidenta del Colegio de Economistas de León, Nuria González. «Valladolid está alineada en un eje geoeconómico al que la Junta ha dado prioridad también por intereses nacionales; siempre habrá más desarrollo en el centro de esta autonomía que en la periferia».

González cree que Junta debería analizar las prioridades de desarrollo e impulsar más la cohesión entre las distintas provincias. «En las estrategias de la autonomía hay ganadores y perdedores. León tiene que reivindicarse, aunar fuerzas con sus empresas, sindicatos, instituciones y políticos para luchar con firmeza por su reivindicación».

Para el profesor de la Facultad de Económicas Julio Lago, autor de numerosos análisis y estudios sobre el papel económico de León en el ámbito de la Comunidad, «la mala configuración autonómica ha provocado que durante estos 34 años la provincia haya ido cuesta abajo, todos los indicadores económicos y poblacionales así lo indican; es difícil dar otro diagnóstico, la situación es complicada».

Resalta que antes de formar parte de esta autonomía, León se situaba en el intermedio «y yendo hacia arriba» del ránking del PIB nacional en la lista de las provincias, «sin embargo ahora está ya de la mitad para abajo». Lago piensa que «el principal problema para León reside en no tener poder de decisión en el diseño de los ejes de desarrollo que concentran la mayor parte de la actividad empresarial, con las consiguientes consecuencias negativas económicas y poblaciones para la provincia».

La crisis ha acelerado la cuesta para la economía leonesa. Los datos evidencian, por ejemplo, que durante el periodo de recesión la provincia perdió 1.500 empresas, 450 en la industria manufacturera, 700 en la construcción y medio centenar en la minería. Desde 2007, restó 30.000 empleos y cuenta con la tasa de ocupación más baja de la Comunidad, un 41%, cinco puntos menos que la media autonómica y siete que la media nacional. Su tasa de actividad se sitúa en el 51%, mientras que el resto de provincias vecinas tiene de media un 55% y España se acerca al 60%.

Los sectores más azotados por la sangría de la crisis son pilares básicos de la economía leonesa y esenciales en el peso de su PIB, como el caso de la minería, que durante estos años ha perdido el 70% del empleo, la construcción (un 45%) o el 40% de las industrias del metal.

También el fenómeno de la precarización azota con fuerza a la provincia. Existen alrededor de 25.000 ocupados subempleados, es decir, que quieren trabajar durante un mayor número de horas. Además, si se tienen en cuenta los 38.000 parados, el saldo final arroja un panorama con el 30% de la población activa parada o subempleada, un dato muy por encima de la media española.

Ante esta situación, los dos principales sindicatos, UGT y CC OO, reconocen la necesidad de que los leoneses se planteen los beneficios de estar en una Comunidad «cuyos desequilibrios territoriales existentes a causa de decisiones políticas están perjudicando constantemente los intereses de la provincia».

El líder autonómico de UGT, Faustino Temprano, denuncia que «las desigualdades territoriales provocan que el desarrollo económico en Castilla y León tenga distintas velocidades». Reclama una ordenación territorial que impulse la «cohesión y solidaridad entre territorios» como clave imprescindible para recuperar población. Además, insiste en que la zona oeste de la autonomía (León, Zamora, Salamanca y Ávila) «no tiene las mismas oportunidades que el resto, León es la más especialmente perjudicada por la pérdida de empresas y empleos, así como de inversiones en infraestructuras».

Temprano reivindica un plan de actuaciones «extraordinario» para la zona oeste y en particular para León en el marco del Diálogo Social y afirma que el Estatuto de Autonomía contempla una serie de mecanismos de cohesión que «no se han puesto en marcha».

También los empresarios ven «complicada» la reversión de la situación de León en el ámbito de su autonomía. «Los puntos de desarrollo se centralizan principalmente en el eje de Valladolid y Burgos, allí se sitúan los focos neurálgicos del crecimiento industrial, donde las periferias no cuentan», asegura el presidente de la Fele, Javier Cepedano, convencido de que la situación de León en el ámbito de la Comunidad perjudica a su progreso.

La UPL llegó a cifrar en su día en 200 millones de euros anuales las pérdidas de León por formar parte de una autonomía con Castilla, lo que elevaría la cantidad a cerca de 7.000 millones si se tienen en cuenta los treinta y cuatro años transcurridos desde que la Comunidad comenzó su andadura. El procurador leonesista Luis Mariano Santos llama la atención sobre «el terrible desequilibrio del oeste de la autonomía, sus provincias necesitan ayudas para su fortalecimiento frente al polo de desarrollo Valladolid-Palencia-Burgos».

Y lamenta que los ejes del desarrollo logístico que traza Europa, con el beneplácito de la Junta, consoliden el triángulo económico, «cuando la conexión más lógica es el oeste». Piensa, además, que la Junta no ha generado alternativas al declive de las cuencas mineras ni ha fomentado el potencial energético de la provincia, su principal fuente de riqueza.

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