Diario de León

Liberar la AP-71 como efecto reclamo

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La autopista León-Astorga generó una trampa, que deja el tramo oeste del peaje casi sin tráfico, por el coste para el usuario.

Nada de lo previsto para esta vía de pago ha llegado a alcanzar las perspectivas iniciales; ni las cotas de usuarios, ni la intervención como eje de desarrollo para la cohesión entre el centro y el oeste de la provincia; ni la identificación del entorno, con un vial del que recelan por el coste; ni la capacidad para atraer tráfico del corredor de la N-120; al contrario, cada vez más saturado por el efecto dominó que ejerce la repulsión hacia el peaje interior de León.

Ahora, la liberalización de este tramo de pago de 37 kilómetros entre León y Astorga empieza a aparecer en los informes técnicos que aportan avales para la construcción de la León-Braganza como un acicate incuestionable que va a terminar por dinamizar el tráfico en el triángulo central el territorio leonés; un triángulo al que sólo le falta desdoblar la C-622 para completar con vías de doble capacidad cada uno de sus lados imaginarios.

Los censos de vehículos diarios beben aún en muchos casos de registros de ejercicios anteriores; que están ya lejos de la actualidad. La que marca en el despegue del regreso del tráfico a las carreteras, espoleado por la recuperación de actividad tras la pandemia. La oportunidad para la León-Braganza es que en el efecto llamada esté la AP-71.

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