Ante la llegada del frío: «No volveremos a tener niveles de confort como los de antes»

«Sólo hay una cosa que está clara: no volveremos a vivir los niveles de confort a los que estábamos acostumbrados». Lo aseguran los administradores de fincas, que se preparan para gestionar una situación hasta hace poco impensable, y de consecuencias impredecibles.

La próxima semana la mayor parte de las calefacciones comunitarias arrancará el invierno más duro de cuantos se conocen. Con los precios de la energía (de todas las energías) disparados, los ciudadanos se preparan para hacer frente a un incremento de los recibos de calefacción cuyo límite es imposible de predecir.

Sí está claro que calentar la casa, encender las luces y los electrodomésticos y abrir el agua caliente será mucho más caro de lo que se conoce hasta ahora. Habrá menos horas de calor y menor temperatura en los hogares, pero la alarma tiene el punto de vista puesto en la morosidad. Algunas comunidades vieron ya el año pasado cómo les cerraban el suministro. ¿Hasta cuándo podrán o querrán los vecinos soportar el gasto de quienes no puedan hacer frente a unos recibos enloquecidos ? Quienes gestionan las comunidades lo tienen claro: «La reacción del suministrador es contundente. Si no se paga, se corta». Queda por delante un invierno muy duro.

Y lleno de incertidumbres, porque ni siquiera puede predecirse la evolución de los precios de la energía. «Nadie garantiza ningún contrato para este año», ratifica Jesús Luque Borge, presidente del Colegio de Administradores de Fincas de León y del de Castilla y León. En mayo de 2021 el precio del gas estaba en 0,045 euros el kilovatio hora, y ahora está a 0,145 euros. Más del triple. Así, una comunidad pequeña pasará de pagar 2.000 euros por llenar la caldera a 6.000. «Una vivienda normal, de 110 metros cuadrados, pagaba 60 euros al mes el año pasado. Ahora no pagará menos de 125 euros».

Aunque reconoce que las cifras astronómicas que se publican pueden ser reales. «Depende del tipo de vivienda, de su amplitud y aislamiento, de la temperatura que se quiera tener,... Lo que está claro es que, si se quiere ahorrar, se acabó lo de estar en manga corta en casa en invierno».

Porque los vecinos no sólo tendrán que hacer frente al gasto de sus recibos, sino a importantes derramas extraordinarias para mantener sus calderas surtidas. «Las comunidades ya están aceptando retardar el encendido de la calefacción, reducir el número de horas en las que el sistema funciona y rebajar la temperatura».

Luque reconoce que «hasta ahora el nivel de confort en los hogares se situaba en una temperatura de entre 22 y 23 grados», aunque la limitación impuesta (y lo que aconsejan los expertos) se sitúa varios grados por debajo de estas cifras.

Si no convence la lógica de abrigarse en invierno, aunque sea en casa, ahí están los datos: cada grado de más supone incrementar un 7% el consumo.

«Lo cierto es que en los últimos 20 años el gas se ha impuesto en los suministros doméstico. Y ha funcionado muy bien. Pero ahora hay que afrontar la realidad de la situación». Que no afecta sólo al gas o al gasóleo, porque los pellets, por ejemplo, han multiplicado también su precio y su capacidad de suministro está en entredicho. Más preocupante aún: el carbón, para las pocas viviendas que aún lo utilizan con una normativa que hace tiempo les obliga a abandonar la fuente de calor contaminante, sufren también la crisis energética si se abastecen en el mercado legal. El precio de la tonelada se ha disparado de 190 a 450 euros más IVA. «No hay combustible asequible», concluye el dirigente de los administradores de fincas locales.

Las tarifas reguladas

Los administradores de fincas se felicitaron por la decisión que finalmente ayer anunció el Gobierno de rebajar el coste del gas para las calefacciones comunitarias, de forma que puedan acogerse a la tarifa reducida, aunque aún no se ha especificado cómo. Ha sido una larga lucha. La práctica totalidad de las comunidades de propietarios tienen un consumo conjunto superior a los 50.000 kilovatios/hora, lo que les impedía acceder a las tarifas reguladas y les incluía incomprensiblemente en la categoría de grandes consumidores energéticos.

Las comunidades atrapadas en esta trampa reguladora podían ver multiplicadas sus cuotas de calefacción hasta por ocho. Los gestores llevaban meses demandando al Gobierno que aclarara esta situación anómala y aplicara la tarifa reducida de gas a las comunidades de propietarios afectadas. Ahora hay que esperar a ver cómo se articula la medida, porque las calefacciones comienzan a funcionar en apenas unos días.

El caso es que las comunidades de propietarios destinan alrededor del 70% de sus presupuestos a la calefacción, climatización, agua caliente, iluminación, ascensores,...

A la espera de que el Gobierno materialice sus compromisos ya con el frío soplando en los hogares, de momento la situación es que muchas comunidades de vecinos no pueden refugiar el incremento de sus costes en las tarifas protegidas. Y que en todo caso los recibos del invierno echarán humo en los hogares.

Y que, si hay morosos entre los vecinos, la situación se volverá no sólo límite económicamente sino muy tensa en lo personal. Pero la pobreza energética de muchas familias es un hecho.

A falta de conocer las condiciones climatológicas del invierno que viene, lo que está claro es que van a ser unos meses muy, muy duros para todos.