Diario de León

«Llevamos esperando la estación soterrada mucho tiempo. Pero es que aquí se espera por todo»

El acto se hizo coincidir con el embarque. MARCIANO PÉREZ

El acto se hizo coincidir con el embarque. MARCIANO PÉREZ

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A las 10.03 horas, con un retraso de siete años, hace entrada en la estación pasante de la capital leonesa el Alvia proveniente de Gijón. En el andén once, los pasajeros con destino Madrid esperan pacientes la apertura de las puertas de los coches, mientras a su espalda fluye el paseo pausado de los políticos, técnicos y acompañantes que forman la cohorte de la presidenta del Adif. La coincidencia buscada para ambientar las fotos aporta tramoya al acto «histórico», como repiten en los discursos las autoridades. No los llega a oír José Carlos Redondo, trabajador en China, pero «cazurrín» ejerciente, que se queja de que la terminal «deberían haberla hecho mucho antes». «Llevamos esperándola mucho tiempo. Pero es que aquí, con esta comunidad que nos ha tocado sufrir, se espera por todo; en Valladolid, no. Allí va todo súper rápido», se lamenta a punto de subir al convoy que estrena la infraestructura con la que se pone fin al fondo de saco, pero que deja el plan de integración en poco más que un soterramiento de 585 metros.

Sin alta velocidad
​Los AVE se quedan en las vías en superficie y los Alvia ocupan los pasos por la estación soterrada

El reloj de la presidenta del Adif, María Luisa Domínguez, marca «18 minutos menos» en Asturias para justificar el ahorro de tiempo que ganan las circulaciones con destino norte. «No lo sabía, pero me parece muy bien», se excusa Belén López, que viene desde Ponferrada «en coche, porque el tren desde allí es muy lento», y espera el convoy para Chamartín. El destino lo comparte Purificación Granados, que completa el trayecto entre León y Madrid «al menos una vez al mes fijo», cuando viene «a ver al hijo, que trabaja aquí, y se queda una temporadina». Está «contentísima» de estrenar la terminal y augura que «ahora será más rápido todo porque siempre se esperaba algo». «Es maravilloso», resumen Rosa Teijelo y José Antonio Delgado, ya dentro del vagón, a punto de cerrarse la puerta que, apenas tres minutos después de su llegada, descorre el telón del Alvia camino de la capital de España, Palencia y Valladolid mediante.

Sin el tren, el andén central de 410 metros de longitud y 9 metros de anchura pierde el sentido. Pero el espacio lo gana el atril en el que la presidenta del Adif detalla que la obra dispone «dos vías pasantes de ancho convencional electrificadas», a las que habrá que añadir un tercer hilo si algún día la alta velocidad se extiende hacia Asturias o se conecta con Galicia. Mientras tanto, la zona soterrada se mantendrá como espacio para los Alvia u otros modelos análogos. Los AVE se quedarán en las vías en superficie, junto al vestíbulo desde el que se abre la boca de las escaleras mecánicas y la nueva cafetería ampliada. «Hemos cuidado todos los detalles y ejemplo de ellos son los paramentos laterales de las vías, que tienen reflejada la silueta de los edificios más relevantes de León», publicita Domínguez, antes de emerger por las escaleras de emergencia que dan acceso al pasillo peatonal.

Fuera no hay figurantes. El pasillo está cerrado, con la valla metálica convertida en separador de lo que se planificó para integrar y los once lucernarios de colores listos para «aprovechar al máximo la iluminación natural del andén y que a su vez funcionen como ventilación no forzada», describe la presidenta del Adif, bajo la marquesina histórica antes de irse escoltada por su comité de dirección. No le da tiempo a ver cómo el último Alvia de la tarde, después de salir media hora tarde y acumular otros 15 minutos a la puerta de la ciudad para dejar pasar al Avant de Segovia, llega al andén soterrado a las 21.46, cuando se anunciaba a las 20.44. Ha habido retrasos peores.

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