Diario de León

Lo que el ojo no ve

La crisis multiplica el yacimiento de trabajo de los peritos calígrafos. Les llaman peritos calígrafos. «No nos convence del todo porque la caligrafía es el arte de escribir bonito, por decirlo de alguna forma, pero al final la ley de la calle es la que manda». Ultimamente están de moda.

María de Lamo es una de las especialistas en pericia caligráfica.

María de Lamo es una de las especialistas en pericia caligráfica.

León

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La función primordial del perito calígrafo es «cotejar unas muestras que se le proporcionan en el juzgado, un contrato, un cheque, que alguien niega que sea obra suya y que el perito judicial debe demostrar si es autoría suya o no, para ilustrar al juez».

Maria de Lamo es una de las últimas incorporaciones al cuerpo de peritos calígrafos de León, que componen media docena de miembros. Hay peritos de parte y peritos judiciales, como en otras especialidades. «Pueden pedir un preinforme antes de solicitar la pericia judicial. León funciona por el sistema de listados, hay una nómina y en el decanato se van repartiendo los casos entre los cinco peritos que somos. Ha subido mucho el trabajo con la crisis, las preferentes y los asuntos económicos están provocando muchos pleitos. Reclamaciones de cantidad, asuntos bancarios, firma de contratos de forma no muy clarificada…»

Las falsificaciones de firma están a la orden del día «para demostrar que sí y para demostrar que no». Las dos opciones. Un perito se forma con una base grafológica pero eso acaba convrtiéndose en un entrenamiento para entrenar el ojo y saber a qué atenerse. Hay conexiones con la psicología, con el derecho… No es una carrera como tal y se estudia en la Universidad de Salamanca como parte de criminología, Barcelona imparte un máster en psicografología… No es una disciplina muy conocida en España».

Guardia Civil y Policía disponen también de una rama de estas características «para vigilar la falsificación de carnés y pasaportes. «No somos una profesión demasiado conocida. Sólo se acuerdan de nosotros cuando hay un problema y aún así tampoco tienen muy claro a qué profesional deben dirigirse. Es una disciplina apasionante.

Chapuzas y arte

«Ves gente que es capaz de hacer verdaderas chapuzas y otros que son artistas reales. Hay de todo. El método que usas es de comparación. Tienes una firma indubitada y una dubitada y las tienes que comparar. El cuerpo de escritura es fundamental. Consiste en hacer que el acusado escriba en directo para estudiar cómo se comporta, cómo escribe… En el caso Bárcenas, por ejemplo, se pudo ver que «dibujaba» la letra, que no escribía de forma natural. Analizas la tensión, las excusas… Estar en un juzgado no es agradable, pero no queda más remedio».

Cinco peritos en León

La escritura dice mucho de la psicología del autor: «Hay autores que solo por la letra obtienen datos sobre las tendencias delictivas de una persona. Se pueden intuir enfermedades de la persona, tendencias psicopáticas, adicciones… Hay rasgos que te pueden dar señales de que existe algo que no va bien en esa persona. Por el contrario, la espontaneidad es señal de que la persona no tiene nada que ocultar. La mano la dirige el cerebro y en realidad la escritura viene de la mente, más que de la extremidad».

Con la firmas ocurre lo mismo: «Es un acto que se realiza memorizado y automatizado, no hay nada que pensar. Por eso es tan difícil falsificarla, porque siempre quedan rastros por algún sitio. Hay una técnica de falsificación propia que es la firma calcada, para no comprometerse. La deforman para disimular, porque ahí ya hay unas intenciones fraudulentas previas. Es aquello de ‘a ver si cuela’ y no se nota que es su firma. Cambian los ejes, la inclinación, el tamaño, la presión de la firma y hasta el papel cambiado de sentido. El trabajo se desempeña tanto a nivel particular como en el público: «Más de lo segundo porque la gente tiene la idea de que tenemos unas minutas muy altas. Mientras me sigan llamando, atenderé. Las preferentes exigen intervención de peritos pero muchas veces la gente lo desconoce», explica María de Lamo.

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