Diario de León

UN GALLINERO CON MÚSICA DE MOZART

Los huevos del rey

Una granja leonesa que cría gallinas en libertad es proveedora de la Casa Real

Víctor Zamorano en el interior de la nave donde duermen sus 4.250 gallinas camperas, que se crían en libertad

Víctor Zamorano en el interior de la nave donde duermen sus 4.250 gallinas camperas, que se crían en libertad

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SUSANA VERGARA PEDREIRA | LEÓN
León

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Al rey que acaba de abdicar le gusta tenerlos así. Y al que le va a suceder, también. Los mejores huevos del país.

Víctor Zamorano Encinar cría en Ardón, en pleno Páramo leonés, gallinas en libertad. Lo hace en una mezcla perfecta de pasado y futuro. En una explotación avícola alternativa que usa tecnología de última generación y produce y comercializa huevos camperos puros de gallinas en libertad que saben a los de toda la vida, a aquellos que quedan registrados en la memoria de la infancia y que traían los abuelos desde corral directos a la sartén.

Víctor y su familia política son proveedores de la Casa Real. Huevos Camperos del Páramo, la ‘granja hermana’ de la afamada Huevos Redondo, en Ávila, se han ganado el prestigio de los grandes restauradores del país por la calidad de su producto.

No sólo sirven en la Zarzuela, también en el Ritz, en El Landó, en los restaurantes con estrella Michelín y en el castizo Casa Lucio, cuyos huevos rotos han dado la vuelta al mundo. Un restaurante del que es habitual Juan Carlos I, que ha llevado allí a comer hasta a Bill Clinton cuando era presidente de los Estados Unidos.

El proyecto familiar de la granja de Ardón — una extensión de la que tienen en Ávila los Redondo, con César a la cabeza— está regida por un ordenador de alta precisión, un cerebro tecnológico que vigila el bienestar de 4.250 gallinas, que disponen de 18.000 metros cuadrados de terreno para vivir en total libertad. Una extensión sembrada de trigo y alfalfa que pueden picotear a voluntad desde que a primera hora de la mañana se abren automáticamente las portezuelas de la nave donde duermen a refugio. Una finca particular de aves en la que a media tarde se escucha música clásica a través de un sofisticado sistema de altavoces distribuidos en el interior de la granja y en el exterior. Mozart, Bach, Chopin y Beethoven para ‘dar paz’ a las gallinas.

Es difícil adivinar que es una granja avícola. Ni ruidos ni olores. Cinco ventiladores gigantes distribuyen el aire que entra a través de unos vanos. Una corriente continua que garantiza que los animales no pasarán nunca calor y ayuda a evitar infecciones y contaminaciones. Cuatro chimeneas depuran el interior de la nave, que se mantiene siempre a una temperatura constante de entre 20 y 22 grados centígrados, recorrida por un sistema de nebulización que vaporiza agua fría sobre el graderío donde duermen las gallinas. Los ponederos, que se abren automáticamente a las 6 de la mañana para la puesta diaria, tienen una cortinilla a modo de puerta y la granja está recorrida de norte a sur por una cinta transportadora que elimina los excrementos de los animales.

El ordenador simula todos los días un amanecer que comienza lentamente a las 5.30 de la mañana. En invierno y verano. Y también un anochecer a las 10 de la noche. A esa hora, Víctor revisa la nave para comprobar que todas las gallinas están en su ‘cuna’. Literalmente, las ‘acuesta’ para impedir que mueran si pasan la noche en el suelo sin tener acceso al agua o al pienso hecho en Puente Villarente con una receta a base de cereales puros elaborada por un veterinario.

Naturaleza y tecnología de última generación en Ardón para un alimento básico desde antiguo en la dieta de los hombres que está también en la mesa de los reyes.

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