Luces de urgencia en León para luchar contra el acoso y la violencia machista

León se echó a la calle para alertar contra las consecuencias de la violencia machista; para exigir el fin de los abusos; para reivindicar el espacio de libertad que merecen las mujeres, en la calle, en la noche. La marcha, que responde a un estado de emergencia, a una «barbarie» que se resume con un relato frío de muertes por asesinatos, de víctimas de violaciones, se proyectó sobre el símbolo de la luz violeta, que encauzó una movilización multitudinaria que ni la lluvia fue capaz de dispersas. Detrás del grito de las que no tienen voz, cientos de personas alumbraron un problema mayúsculo para el que no quiere verlo o mirar a otro lado: «No podíamos esperar al 25-N, ni volver al curso como si nada hubiera pasado», se advirtió en el manifiesto que cerró la movilización, a los pies de Botines, y del Palacio de los Guzmanes, que recibió a los manifestantes con tonos morados, para empatizar con la causa. La de tratar de frenar un ataque que en el último año acabó con la vida de 42 mujeres,—«once en un terrible mes de junio»—, que desde el 2003 ha registrado 1.117 asesinatos; «no son muertas, son asesinadas», repitieron de forma constante entre los lemas de la convocatoria.

Esa luz de emergencia que encendió anoche en León también enfoca al acoso sexual, al miedo que amedrenta a las mujeres que agreden los hombres al amparo de la oscuridad, apéndice de una cultura del acoso que promueve el machismo que «no interesa combatir porque reporta beneficios». «El machismo, la masculinidad tóxica, los puteros, los proxenetas...», señaló el manifiesto que cerró el acto.  

Todos los vértices posibles de la sociedad leonesa se dieron cita en la convocatoria de la plataforma feminista de León; hubo representación sindical, política, de la más diversas procedencia; también cientos de mujeres y hombres, de niños y niñas, que de forma anónima pusieron cara a la respuesta a esa lacra que lleva a preguntar en voz alta dónde está, no se ve, la igualdad de la mujer. Lo gritaron con la rabia que merece, en una demostración de coraje que la lluvia no fue capaz de frenar.