La mitad de los fallecidos había bebido o ingerido psicotrópicos
La LE-6517 es una de las carreteras que ofrece riesgo de siniestralidad notable por alcohol y drogas. RAMIRO
La DGT se ha centrado en analizar la incidencia del alcohol y las drogas porque según los últimos datos conocidos, referentes a 2019, un 45% de los conductores fallecidos dio positivo en consumo de alcohol, drogas o psicofármacos. Más de un 80% tenía una tasa superior a 1,20 gramos por litro de sangre, es decir una intoxicación severa.
Los datos representan una foto fija hecha con esa información de hace dos años, pero el objetivo de los investigadores es que acabe por convertirse en una aplicación de actualización periódica que sirva a las autoridades para un mejor despliegue de los controles de alcohol y drogas. Debido primero a cambios políticos y luego a la pandemia aún no se le ha dado aplicación práctica.
Para esta clasificación se utiliza un algoritmo que tiene en cuenta circunstancias como factores ambientales (si en la ruta hay por ejemplo locales de ocio), de entorno (longitud del tramo) y personales, que hacen referencia a los ocupantes de los vehículos que han tenido accidentes en estos tramos.
PUNTOS CONCRETOS
Según los autores del informe el objetivo es señalar los puntos concretos donde sería más útil ubicar controles de alcohol y drogas por parte de las autoridades competentes para evitar en la medida de lo posible accidentes. También conocer con exactitud y de manera empírica estas ubicaciones permite por ejemplo establecer una señalización más adecuada.
El RiskMent confirma que los puntos más peligrosos no tienen por qué ser los que soportan más tráfico. De hecho, una de las conclusiones es que no hay una correlación directa entre saturación y accidentes. Se trata de conocer más a fondo los antecedentes de los accidentes para tener una idea de por qué suceden y actuar.