Diario de León

Padres y madres sostienen que los estudiantes de Primaria y Secundaria tienen obligación de ir

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Arsenio Martínez alerta desde la Federación Leonesa de Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos Sierra Pambley (Felampa): «En casos concretos en los que los niños no estén en cursos de enseñanza obligatoria, no habría problema porque es potestativo de los padres. Pero para los estudiantes de Primaria y Secundaria, estamos hablando de un derecho constitucional que se vería infringido, y eso sí que podría tener consecuencias».

Así que se abre un campo a la picaresca: «Habrá niños que presenten determinadas patologías y en esos casos, los colegios tienen que habilitar las medidas oportunas. Se trata de que presenten un justificante médico que habrá que valorar en la Dirección Provincial de Educación por parte de los inspectores, para determinar qué medidas tomar. Pero somos conscientes de que siempre hay quien recurre a la picaresca y puede alegar excusas para tratar de no llevar a sus hijos al colegio».

PSICOSIS

El problema radica en la psicosis que se ha generado en torno a los datos de la pandemia: «Los padres están muy asustados. Nos lo comentaba la psicóloga en unas actividades que hemos desarrollado estos días en Boñar. La información que se está transmitiendo es muy negativa y hay datos muy pesimistas que llevan a un gran número de padres a tener la tentación de convertir la casa en una burbuja y no querer salir a la calle para nada. En ese escenario, consideran que ir al colegio es un riesgo».

Se añade el problema de la indefinición en la toma de decisiones. «No se puede programar igual la entrada en un Colegio Rural Agrupado de trece alumnos en un pueblo que en el Colegio Camino del Norte, donde tienen que organizar el acceso de 700 estudiantes de forma escalonada. No sabemos qué es lo que va a pasar y el tiempo sigue corriendo».

Felampa ya fue crítica durante el confinamiento con un escrito que alegaba falta de coordinación entre los profesores de los centros, que se no se habían realizado las adaptaciones curriculares para adaptar los contenidos a la situación provocada por la pandemia y que toda su obsesión era «finalizar el temario caiga quien caiga». Se aludía a que las fichas de trabajo llegaban sin explicación, que no se ajustaban a las características del alumnado y no respetaban los descansos, además de que había profesores «que la forma que han encontrado para motivar a su alumnado son las amenazas», todo ello, incumpliendo la instrucción de la Junta en la que se fija el desarrollo de la actividad educativa para aquel tercer trimestre.

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