Diario de León

LA PÍCARA-CENTRO | MI ILUSTRE VECINO | MANUEL RODRÍGUEZ. HOSTELERO

«Para la hostelería de León la zona de la Pícara es todo ventajas»

El de las patatas . Su padre inventó todo un arte: freír patatas. Un homenaje a la tapa leonesa. Manolo ha seguido su estela por medio mundo, siempre con las patatas como tarjeta de presentación de sus negocios. Desde hace dos años ha vuelto a León.

BRUNO MORENo

BRUNO MORENo

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manuel c. cachafeiro | león
León

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Dejar a Manuel Rodríguez fuera de una sección de ilustres vecinos de León, además de una injusticia, sería imperdonable. Él, que fue elegido hace unos años por un número extraordinario de El País para salir como uno de los españoles más representativos de la España actual en una histórica portada con el Rey Juan Carlos que cuelga como recuerdo en su negocio. Todo un personaje con mil y una historias que desde hace un par de años ha reinventado un clásico de la hostelería leonesa como fue La Mejillonera en un nuevo local con sello propio. Manolo Blas, como muchos piensan que se apellida, o Manolo el de las patatas, heredero de su padre en el noble arte de freír uno de los alimentos que más hambre ha quitado en el mundo, y todo un manjar en sus manos.

Manuel Rodríguez, Manolo Blas o Manolo el de las patatas, que tanto monta, hace su vida en el centro de León. Entre su local, en Capitán Cortes, una de las calles que va de Ordoño a Burgo Nuevo, Padre Isla, Alcázar de Toledo y la Pícara. «Lo que he pasado», confiesa Manolo echando la vista atrás, a toda una vida en la que también figura haber sido presidente de la Cultural. Como Neruda, confiesa que ha vivido, y como emigrante que ha sido, espera también vivir, más pronto que tarde, una nueva etapa al otro lado del Atlántico, porque Manolo sueña con irse a Miami, donde ya residió hace unos años. «Me gustaría mucho», dice.

Su local de Capitán Cortes abrió hace dos años, un 14 de abril, aunque su historia no tiene colores. Manolo es ante todo un luchador. En su vida ha pasado de todo. Hasta un consejo de guerra en 1977 por fomentar el sindicalismo en la Policía. «Dicen que nunca he pertenecido al Cuerpo, pero ahí tengo los papeles», advierte al que quiera verlos.

León, Toledo, Sevilla, Madrid, Almería, Miami, Colombia, Venezuela... Y, antes de querer volar a Estados Unidos de nuevo, León.

León es, en su opinión, una hermosa tierra, que no siempre valora lo que tiene. La zona donde ahora trabaja es para Manolo Blas una maravilla. Un lujo porque los negocios de hostelería del Burgo están consolidados, añade después de citar uno por uno todos y cada uno de los bares y restaurantes. La Pícara ya no es aquella zona pija de los 80, cuando en sus bancos se reunía toda una generación de jóvenes; hoy es una zona más tranquila. «Muy cómoda», remarca Manolo, donde él destacaría por encima de todo a los niños. «Yo les llamo los jefecillos. Me gustan mucho. Todo vale por la sonrisa de un niño», explica.

Su vida comienza en Padre Isla, en un bar donde desayuna todos los días. Andando, acude a su local para preparar la mañana, y las patatas, antes de ir a comer a un restaurante de Alcázar de Toledo. El café le queda más cerca, en la Pícara, antes de iniciar la larga tarde-noche de la hostelería.

Hablar de Manolo el de las patatas y no pedirle que diga la fórmula de un plato que su padre hizo tan famoso sería también imperdonable. «El secreto está en el aceite y la materia prima», confiesa, aunque algo más habrá, pero eso ya queda en secreto de familia. Un retrato de su progenitor cuelga en una de las paredes de su establecimiento, como homenaje a quien convirtió aquella modesta tapa en toda una marca de éxito. «Lo cierto es que para la hostelería, una zona como la Pícara y el Burgo Nuevo todo son ventajas», concluye este leonés, muy ilustre.

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