Diario de León

LA ACTITUD DEL LÍDER SOCIALISTA

Pedro Sánchez se calla en León

El líder del PSOE se zafa de hacer declaraciones en su jornada de turismo en el pueblo leonés de Fontanos tras hacer el curso de aguas de Valporquero con Jesús Calleja

Jesús Calleja se descuelga con el líder del PSOE, Pedro Sánchez, desde la ‘cumbre’ de un aerogenerador de un parque eólico

Jesús Calleja se descuelga con el líder del PSOE, Pedro Sánchez, desde la ‘cumbre’ de un aerogenerador de un parque eólico

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SUSANA VERGARA PEDREIRA I FONTANOS DE TORÍO
León

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Nevaba en Fontanos de Torío cuando Pedro Sánchez se bajó del Jeep de Jesús Calleja. El líder del PSOE quería pasar desapercibido y no tuvo grandes dificultades para conseguirlo. En realidad, suscitó mucha más expectación su acompañante. El aventurero leonés hizo un despliegue de simpatía y diplomacia. Para contrarrestar quizá el gélido ambiente en torno al político.

Fue entrar la comitiva en el restaurante y levantar un pequeño murmullo. «¡Calleja!», se avisaban unos a otros los comensales en voz baja. Casi nadie reparó en el líder socialista.

Pedro Sánchez llegó desencajado y aterido al pueblo más apartado de la ribera del Torío, en una planicie elevada, rodeada de bosques. Tenía mesa reservada en Casa Remis, uno de los lugares en los que es habitual ver a Calleja. Y no sólo porque puede aterrizar con su helicóptero en uno de los prados que hay al final del pueblo.

Ayer, él y su invitado llegaron en coche. Algo inusual en el montañero más mediático de la historia de la televisión, que prefiere volar. Venían de hacer juntos el curso de aguas subterráneas de Valporquero. En pleno invierno. Con el cauce crecido en el interior de las cuevas.

«Es duro el tío», cuenta Calleja. «Ni una queja», prosigue. «Y eso que ha pasado miedo y frío», revela.

Pedro Sánchez Castejón traía cara de eso. Del Jeep bajó también su mujer. Los tres vestidos de montaña. De verde y azul Calleja, de rojo el dirigente del PSOE, de gris estampado su esposa. De un coche al otro extremo de la calle llegaron veloces sus dos escoltas. El líder socialista se cerró en banda.

«No voy a hacer declaraciones». Lo dijo tres veces. Dio igual que se le preguntara por un posible pacto con Rajoy para mantenerse ambos en el poder tras las próximas elecciones generales, que por el líder de Podemos, por su experiencia con Jesús Calleja o por algo más banal como si le gustaba León.

«No voy a decir nada», añadió. Nada próximo, poco mediático pese a que sí acostumbra a explayarse en Twitter, en la cuenta en el que figura como Pdro Snchz, optó por callar. Sólo dijo «vendré otras veces a León» y señalando a su mujer: «Ella es de aquí».

A tres metros, Begoña Fernández tomó la palabra. «Yo soy de León», dijo como dando una noticia. Luego, en el programa de Cuatro diría que es de Bilbao. Ambos pusieron rumbo a la brasería. Atrás quedó Calleja intentando dar explicaciones. El líder socialista no se dejó hacer ni una foto.

En el restaurante, sentados ya a la mesa estaban Ainhoa y Carlota, las dos hijas del político, junto con Ganesh, el chaval que Calleja adoptó en Nepal y que ha crecido y casado en León.

Después de comer, regresaron a la casa de Jesús Calleja en Las Lomas, donde tenían previsto ver por la noche en familia el programa del aventurero leonés en Cuatro, ‘Planeta Calleja’, que estrena temporada con el líder socialista. Calleja le ha hecho correr, montar en bici, entrenar en un rocódromo, escalar una montaña y bajar haciendo rápel desde la ‘cima’ de un aerogenerador de un parque eólico, la altura de un edifico de 20 plantas. A cambio, el montañero ha vivido una semana en casa de Pedro Sánchez y le ha acompañado de mitin en mitin y a sesiones del Congreso de los Diputados. «Yo seré tu vicepresidente», le dijo Pedro Sánchez cediéndole su escaño. ¿Premonitorio?

Ayer, el político se alojó en casa de Calleja. Lleva allí cuatro días con toda su familia y los escoltas. Sólo ha salido a la montaña. Una especie de visita secreta. Dicen que nadie del PSOE leonés estaba informado. En su entorno aseguran que quería aislarse de la presión política. Se niegan a pronuncia las palabras intriga y deslealtad.

«Lleva una vida horrible, horrible», zanja Calleja. Pero pone los ojos en blanco y hace reír a los clientes de las otras mesas.

Pedro Sánchez no saludó a nadie. Se fue como vino. Como en huida. Calleja en cambio pidió la cuenta, sableó unas monedas a su hermano —«Quique coño, déjame algo suelto que no tengo para la propina»—, besó a algunos clientes, se despidió de todo el mundo, arrancó unos ‘votos’ para ver su programa, cerró la puerta y dejó detrás de sí un murmullo: «¡Qué tipo más genial!».

Tal vez debería presentarse él a presidente del Gobierno.

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