Los pueblos podrían tener un modelo pionero basado en las renovables
La lista de proyectos imaginables para León es muy amplia y diversa en el contexto del nuevo marco europeo. La provincia podría mejorar la gestión de los bosques y terrenos agrícolas para incrementar su capacidad como sumideros de carbono y beneficiarse del mercado de derechos de emisiones. Otra de las variantes posibles es la de optimizar sus recursos hídricos para promover una gestión sostenible de las zonas de regadío y para el aprovechamiento hidráulico de ríos y afluentes. Incluso se podrían explorar oportunidades geológicas e industriales de almacenamiento de CO2 para su posible utilización. En ese horizonte futurible que dibuja la especialista del BEI Esther Badiola Guerra, la generación eléctrica evolucionaría hacia un modelo más flexible; los pueblos leoneses podrían experimentar con un modelo pionero descentralizado y basado en energías renovables y almacenamiento en baterías, incluidas las de hidrógeno, entre otros usos, para la gestión de la producción y el consumo. Parte de esas fuentes renovables vendrían del mayor aprovechamiento de la biomasa agrícola y ganadera y demás residuos orgánicos y compostaje y la recuperación energética, reciclaje y gestión de residuos.
Una de las ideas más trascendentes para el sector primario es reintroducir el ganado para la limpieza de bosques. Se revisaría la dieta alimenticia favoreciendo un menor consumo de carne y mayor consumo de legumbre leonesa y cultivos locales, se recuperarían especies autóctonas y se incrementaría la superficie de cultivos ecológicos.
El consumo energético, adoptando iniciativas de este tipo, se reduciría drásticamente, tanto en usos industriales como en comerciales y domésticos a través de la renovación térmica de edificios, plantas de cogeneración de alta eficiencia y redes centralizadas de calor y frío, y a través de mejoras de eficiencia energética e iluminación inteligente y nuevos paradigmas en la construcción bioclimática.
La experta en Cambio Climático también se refiere en su prospección al transporte y a la movilidad personal, que deben ser libres de emisiones, por lo que mejoría la red pública de autobuses urbanos e interurbanos, se instalarían puntos de recarga eléctrica en todo el territorio y se renovarían flotas logísticas que podrían servir a buena parte de la región noroeste peninsular a través de plataformas logísticas y de distribución, mucho más optimizadas, incluyendo nuevos vehículos de distribución eléctrica, como drones para corta distancia y opciones de logística inversa y enfocadas en el auge de la producción local. No es ciencia ficción, sino criterios y alternativas que defiende Europa en sus nuevas inversiones.
Badiola Guerra propone que en León la actividad industrial se intente localizar en polígonos que permitanb las posibles simbiosis en procesos industriales, de forma que el agua, calor o residuos generados por una actividad, fueran recursos para otras. Se establecerían polos de arreglos y reparaciones, ensamblaje y reutilización de materiales y equipos.
Hay numerosas experiencias en toda Europa que León no ha aprovechado aún. Como la recuperación de tierras agrícolas para la plantación y explotación sostenible de recursos forestales, la reforestación de las zonas degradadas y el incremento de la superficie de bosque natural, sólo una idea de lo que puede suponer la intervención para mejorar la biodiversidad. El listado de acciones es prácticamente infinito: mejoras en la cadena de suministro agroalimentario, iniciativas de economía circular como la de Latem en Villadangos o la necesaria recuperación de las cuencas mineras con un modelo revolucionario están en la senda marcada por Europa para reconstruir la economía leonesa.