Diario de León

Los restos del acueducto de la Legio VII paran la obra de Feve al menos hasta enero

La urbanización de la estación, que comenzó en julio y se frenó en agosto, tiene todavía por delante aún nueve meses

León

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Los cimientos fueron los restos constructivos existentes. Sobre ellos se levantó el edificio para dar cobijo a las familias de los trabajadores de la terminal, cuando se abrió aquella primera línea de vía estrecha de 28,19 kilómetros, estrenada el 31 de mayo de 1923, que unía la capital leonesa con Matallana de Torío. Pero ahora, un siglo después, las obras de la urbanización del entorno de la estación de Feve dejan al descubierto el secreto que guardaba la casa de los guardas: restos de una infraestructura de traída de aguas anterior, no se sabe aún si romana o de la época de Carlos III, que paralizan el proyecto desde el pasado mes de agosto. Como pronto, no se retomarán hasta comienzos de año.

Los restos quedan a la luz estos días. Después de casi dos meses con todo parado, los operarios han vuelto, pero sólo al espacio en el que se acota la cata arqueológica. Con cuidado, las máquinas han retirado la solera de hormigón, que se colocó cuando se derribó el inmueble en diciembre de 2011, y los materiales más modernos para cavar cerca de 1,5 metros en busca de las huellas de la canalización de aguas que ya comienza a vislumbrarse.

La traza se asienta en dos zonas de protección arqueológica ya definidas en el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU): una denominada «asentamientos bajo el cerro» y otra identificada como «acueducto de la Legio VII». Esta última corresponde con lo apuntados en las investigaciones sobre las canalizaciones hidráulicas, realizadas por el arqueólogo Emilio Campomanes, en las que se localizan las huellas en el entorno de la carretera de Carbajal y se apunta su discurrir por el entorno de la carretera de Asturias hasta embocar en el campamento por la puerta decumana, donde hoy está Puerta Castillo.

Dentro del recinto romano, los trabajos citan las conducciones como las aparecidas entre 2001 y 2003 durante la peatonalización de la calle Abadía, justo frente por frente de la cata realizada ahora. Las pistas de la conducción romana vienen además de los restos encontrados en el edificio de los Maristas San José. Aunque, como se cita en los documentos, hay una traída de aguas de la época de Carlos III que, en algunos planos histórico, se reseña con un trazado similar a la conducción romana y que se relaciona también con la presa que abastecía al molino Sidrón, ahora a la vista tras la apertura del acceso por Era del Moro.

La hipótesis de la canalización hidráulica centra las investigaciones. Pierde fuerza en cambio la conjetura de que se podía tratar de restos de una iglesia paleocristana, cuyas huellas aparecen datadas unos metros más abajo, ya en el trazado de la calle Renueva, sin conexión alguna con la cata arqueológica actual.

La definición final dependerá del trabajo que entregue el arqueólogo responsable del proyecto. Su informe, con las valoraciones de los restos que aparezcan en la excavación de esta semana y se cataloguen, se espera que llegue a la mesa de la comisión de Patrimonio citada para el 21 de diciembre.

En ese foro, si no hay hallazgos relevantes que cambien el actual panorama, se tomará la decisión de cómo proteger la canalización, del mismo que ya se hizo en las anteriores e incluso en las más importantes de la plaza de San Pelayo. Resuelto este trámite, se podrían cubrir para continuar con la obra en superficie.

cinco años de bloqueo

El escenario descrito emplazaría para primeros de año la continuidad de las obras de urbanización del entorno de Feve. Después de cinco años bloqueados en los despachos por la inacción del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif), los trabajos comenzaron a finales del pasado mes de julio. Aunque apenas duraron un mes, tras encallar en la aparición de los restos arqueológicos escondidos debajo de la antigua casa de los guardas.

El escaso avance hace que queden todavía por delante cerca de 9 meses de labores que dejan para finales de septiembre la entrega de la urbanización, siempre que las inclemencias meteorológicas del invierno no impidan dar un impulso al proyecto.

La urbanización acabará con el abandono del sector que quedó como consecuencia de las obras de integración, iniciadas en septiembre de 2011, pero paralizadas de forma sucesiva hasta su finalización en 2017. Los trabajos encargados a Tecsa y Dragados, con una factura de 2.809.796,44 euros, alumbrarán un entorno de 10.000 metros cuadrados marcado por dos nuevas calles: una como prolongación de Bilbao, que enlazará con Padre Isla por el hueco que queda entre Espacio Vías los andenes, y otra en paralelo a Renueva, que unirá la puerta de la estación con Ramón y Cajal.

Los viales dejarán en la zona central un gran parque, conectado con los pasillos peatonales y para bicicletas que vienen paralelos a la traza de la vía estrecha desde La Asunción. El encargo incluye además la recuperación del almacén en el que ahora se cobijan los gatos, la adecuación de los taludes como espacios verdes y la construcción de una plazoleta en el solar de las antiguas Mantequerías Arias. Sobre el terreno quedarán además delimitadas las cinco parcelas en las que se podrá construir 146 viviendas.

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