La segunda fase que hará posible el Hostal de las siete bodas al día
La reforma de San Marcos arrastra una desgaste emocional extraordinario para la ciudad de León, para sus expectativas económicas, siempre dependientes de la oportunidad de desarrollo en torno al turismo, y por ser fuente de actividad y sustento para casi un centenar de familias de forma directa.
Todo lo que fue San marcos se aparece ahora en el horizonte que tiene por delante. La reapertura del hostal está condicionada por la añoranza de un pasado de lustre, que lo convirtió en una joya monumental y artística, turística y hostelera del orbe nacional, no sólo del de León y el noroeste del país.
Con la reforma del espacio del edificio histórico en fase definitiva ganan más que nunca sentido aquellos temores de los empleados, que hace más de dos años advirtieron del problema que supondría dejar anclada la construcción de la segunda fase, mientras avanzaba la primera. Ahora se ve esa brecha, aparente con el espacio diáfano que queda en la zona trasera, donde queda libre el hueco que dejó el edificio derruido.
Todo lo que quiere ser san Marcos está pendiente aún de diseño y de los trámites para avanzar hacia la segunda fase, que consiste en devolver la oferta inicial del Hostal de León sobre el margen de doscientas habitaciones, para aunar con calidad y cantidad el armazón del distintivo de excelencia que marcó el devenir de este parador leonés durante sus años de servicio. La amplitud para absorber la demanda y recuperar ese centro de referencia de reunión social de la ciudad. El San Marcos de las siete bodas en un día, al que se alude como paradigma de un potencial que no podrá desenvolver con esa oferta limitada de los muros del edificio apegado a la fachada plateresca que es icono de la ciudad.
La segunda fase es el reto ambicioso que se menciona como intención para desbloquear en este mismo año. Hace falta, además, una inversión de cerca de treinta millones de euros, para hacer las intenciones realidad.