Diario de León

LA REFORMA DE LA PLAZA DEL GRANO. LA OPINIÓN VECINAL

«Si no queda como está, habrá guerra»

Los vecinos coinciden en que es necesario arreglar la plaza del Grano, pero desconfían del levantamiento del empedrado.

Maite Carnicer y Ana Sáenz de Miera por una de las aceras que se ensancharán; en la foto de la derecha, Concha Pérez y Henar Valbuena; y en la de abajo, José María Fernández.

Maite Carnicer y Ana Sáenz de Miera por una de las aceras que se ensancharán; en la foto de la derecha, Concha Pérez y Henar Valbuena; y en la de abajo, José María Fernández.

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álvaro caballero | león
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A la virgen del Mercado los vecinos le rezan para que la plaza del Grano «se quede como está». Una oración elevada al Ayuntamiento ante la «desconfianza» que provoca el proyecto, pese a los esfuerzos didácticos con los que el PP insiste en que se mantendrá su imagen. «No estamos por la remodelación, sino por la reparación», aclara Pilar García, dentro de un discurso en el que los habitantes del barrio coinciden en que es necesario «arreglar las aceras», quitar «los pegotes de cemento» que salpican diferentes puntos del ágora, reponer «los desconchones» que aparecen sin piedra y «sustituir los árboles actuales, que crecen de manera salvaje, por acacias de raíz profunda». Más allá, cuando se habla de levantar el empedrado, meter un desagüe, asentar el firme y volver a colocar los cantos rodados, se hacen cruces. «Cada vez que intervienen en algo antiguo, lo estropean», sentencia Josefina Dopazo, quien hace medio siglo que censa domicilio en la plaza.

La «desconfianza» cunde entre los vecinos, que no creen que «vaya a ser» como en el año 1987, cuando «lo hicieron los hermanos Torices», recuerda José María Fernández. «Levantaron, cernieron, espacieron la tierra con un 5% de cemento y volvieron a poner piedra a piedra: colocaban unos hilos de nervio a nervio y una regleta arqueada para el alomado», reseña el vecino, que insiste en que el actual proyecto no les gusta «nada porque empiezan por poner cemento abajo». Una fórmula de trabajo que, de acuerdo a los planos del arquitecto Ramón Cañas del Río, se hará con «compactación del terreno de base con aporte necesario de zahorra artificial», complementada con «una capa drenante de garbancillo rodado limpio, fieltro geotextil y capa de asiento de pavimento con cama armada de mortero bastardo de cal, cemento y arena lavada». «Cambia la forma tradicional de hacerlo: piedra sobre tierra», remata Fernández, quien recuerda que en los ochenta hubo «una guerra entre Patrimonio de la Junta, que era del PSOE y no dejó que pusieran losetas, y el Ayuntamiento, del PP, que en represalia convirtió la zona en un aparcamiento».

La obsesión entre el vecindario es que se conserve la postal de la plaza, con el empedrado alomado, el enchinarrado de los soportales y el verdín entre las piedras. La parte que no se tocará en la primera fase, en la que tan sólo se intervendrá en las aceras de la parte trasera de la iglesia y después en el resto de del perímetro. Las aceras que el Ayuntamiento anunció ayer, tras reunirse con ProMonumenta y la Sociedad para el Fomento de la Cultura de Amigos del País de León, que tendrán como máximo 1,50 metros, en lugar de los 2 metros que habían previstos. Trabajos adjudicados a Domingo Cueto y Decolesa que apenas suman 90.000 euros. El resto, hasta los 300.000 euros totales, con el levantamiento de la piedra para enterrar un colector de recogida de las aguas pluviales, tendrá que esperar a que haya dinero, con 2 años para el proyecto completo. «Que arreglen las aceras con piedras lisas para que crucemos, que arreglen los desconchones y lo demás que quede como está», insiste Josefina Dopazo.

El dictamen se repite en la barra del bar Grifos, donde un cartel con un «NO» a la reforma en grande anuncia su postura. «No estoy de acuerdo porque no quiero que la estropeen», cita la camarera, Henar Valbuena, quien reconoce que «tiene su parte buena en que las personas mayores necesitan que se arreglen las aceras, pero sin que midan dos metros». «Pero no quedará como está. Ya pasó cuando hicieron peatonal la zona de la Catedral. Y luego mira lo que pasó con Fernández Ladreda o ahora con el asfaltado de las 36 calles que ya se ha empezado a levantar», concede de carrerilla, mientras explica a una clienta el plano que ha dejado el Ayuntamiento para informar del proyecto. «Necesita un arreglo para que quede como está», resuelve Concha Pérez, tras escuchar el repaso.

Frente a los recelos, la presidenta de la asociación de vecinos del barrio del Mercado y de la federación de colectivos vecinales, Ángeles González Espadas, asegura que «se lleva luchando desde 1996 por el proyecto y es un acierto». «Hará que la plaza sea más habitable, que pueda andar por ella la gente mayor», señala, convencida de que «quedará igual». «Si no lo hacen de esa manera, si no la respetan, si no queda como está, habrá guerra», remarca.

Con esos problemas de movilidad avanza elegante por la plaza Maite Carnicer para entrar a su casa, en la conocida como calle del Barranco. «Es una plaza preciosa y tendría que permanecer como está, pero arreglando los socavones y las aceras», apunta, con su parte sanitario para avalar la reclamación: «Me he caído varias veces. Si me pongo a decir los huesos que no me he roto y por los que he tenido que estar hospitalizada acabo antes». «Tienen que hacer por lo menos lo de las aceras porque la que vive aquí es gente mayor», la secunda agarrada de su brazo su amiga Ana Sáenz de Miera. «A mí, si queda parecido a como está, sí, pero si se ponen a inventar es mejor que no», remata Carmen Blanco a la puerta de su casa, desde donde incide en la necesidad de «arreglar los baches que hay».

Pero no se vence el recelo general entre el vecindario. «Tienen que ser originales: que no quede huella de nadie, sino de la historia», resume José María Fernández, descreído.

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