Los terrenos segregados y la condena de una valla

La valla es un problema de merca mayor para la ciudad leonesa, que se ha encontrado con un perfil metálico en medio de ese espacio que creía libre para abrazar las dos orillas del vía, en el barrio oeste. No es posible, porque el perfil distorsiona la idea de espacio abierto y libre de cargas urbanas. Toda la ambición pasa ahora porque Adif ceda a las reivindicaciones del Ayuntamiento de León, posicionado abiertamente contra el resultado de la integración, y no sólo por el recorte que resultó en el rebaje de la vías. Hay un paralelismo entre los dos pegotes que salieron a flote con el repliegue de la red ferroviaria en León y en Gijón. Aunque en la ciudad gijonesa se acaba de dar un paso elemental de acuerdo y consenso político para desbloquear la intervención que se podrá realizar sobre los terrenos de Adif. León espera otro tanto, alumbrado por la luz elegida en el entorno del popular y populoso Humedal gijonés. Hay que recorrer un trecho aún. El uso de los terrenos de León no tienen contemplada ninguna actuación que tenga que ver con una demanda acorde al signo de los tiempos, a vuelta de página de una planificación que se redujo a la utopía, por un ideario residencial que se había pintado sobre torres de cerca de veinte alturas y otros referentes en aquel prototipo de integraciones que recorrió España a principios de siglo. Y de fondo, la valla.