Diario de León

Un otoño negro para León

Trapas abajo

El impacto del cierre obligatorio de la hostelería se ceba con los 15.940 empleos directos y arrastra a otras 15.000 nóminas de sus proveedores en la provincia leonesa Los afectados advierten de que si se superan los 14 días y queda condicionada la Navidad «nos vamos a ir a una economía de posguerra» La incertidumbre afecta al colchón de los Erte, parte sin pagar

León

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La persiana se desovilla con precipitación, gana velocidad y se estampa contra el suelo. El golpe se deshace en un eco metálico en la soledad de las diez menos cinco de la noche calle adelante. Al fondo, en el encuentro de Fray Luis de León con Fernández Ladreda, queda apenas otra docena de parpadeos de neón que desaparecen poco a poco en la disciplina del toque de queda. La ciudad se apaga. «Sabemos sólo que cerramos, pero nada más», concede Javier de Paz, mientras da la vuelta a la llave de La Tertulia. «Nada más», repite, y se queda en silencio, sin poder llenar el vacío que abren los 14 días como mínimo que se cierran a espaldas de la hostelería.

«Ni ayudas, ni nada», apostilla el hostelero leonés para dar voz a la indefensión en la que queda un sector que censa 3.989 negocios en León y firma 15.940 nóminas al mes, de acuerdo a la estadística del Círculo Empresarial Leonés (CEL). Pero se cuentan más. Colgados de las trapas que se bajan en los bares y los restaurantes se ven arrastrados a la suspensión de actividad en la provincia otros 15.000 empleos inducidos de empresas de distribución de bebidas, congelados, proveedores de carne o pescado, negocios de maquinaria y limpieza... «Dos semanas intentaremos aguantar. Si es un mes, iremos a la ruina. Pero, si además perdemos la Navidad, será el caos», advierte el profesional.

Floren Esteban, en la cámara frigorífica. RAMIRO

La incertidumbre se aviva con «la experiencia de la vez anterior», como admite De Paz, quien subraya que «de aquellos más de dos meses no se ha cobrado nada, y sólo hubo la ayuda del Ayuntamiento». «Ahora, prometen que habrá ayudas, pero no cuándo, ni cómo. La ayuda de la Junta, por ahora, ha sido cerrarnos», se queja el hostelero, que manda a los cuatro empleados al Expediente de Regulación Temporal de Empleo (Erte) e intentará resistir «solo, abriendo unas horas al día, para dar café para llevar» porque «hay clientes que lo han pedido». «Miras para adelante y el invierno a ser duro. Habrá que hacer inversiones para estufas y mamparas porque la gente es reacia a entrar, pero llega un momento en el que te acojonas», reconoce.

Al parche del servicio para llevar se apunta también Lloana García, pero con la misma fórmula. Los cuatro empleados que tiene en el restaurante N-630, en el polígono de Onzonilla, se van al Erte y se queda ella «al pie del cañón» para la cocina y la atención de los pedidos «previa cita». Si a partir del lunes la demanda la desborda, recuperará alguno, calcula, pero no cree que vaya a llegar ni mucho menos a las «entre 80 y 90 comidas diarias» que daba estas últimas semanas. Su facturación «en lo que va de año ha bajado a la mitad», pero insiste en que «hay que adaptarse porque hay que pagar los gastos». «Soy una privilegiada porque funciono con trabajadores de las empresas de aquí, aunque no sé cómo vamos a aguantar. Ojalá que sólo sean 14 días porque hay mucha gente detrás», concede.

Pablo Rodríguez, de Avanza Quimpanor. RAMIRO

Detrás, al rebufo, queda Víctor Aller. Lleva «menos de la mitad de mercancía que uno de estos días de atrás». «Aquí, ni siquiera he venido a repartir, sino a recoger. Para León hoy hemos salido un camión y para el resto de la provincia, dos», apunta a la vez que descorre la lona lateral del camión de reparto de Reycer. A partir de hoy, la empresa de distribución, que suma 64 nóminas, se quedará con «apenas 11 personas para mantenimiento y reparto de pequeñas colectividades», señala el dueño, Carlos Pastrana. Para su empresa «la hostelería es un 96% del negocio» e insiste en que «si se pierde la cadena de valor» están «condenados a seguir sus pasos, a cerrar». «No tenemos otra salida. Pero es que además no van a ser 15 días, como ya estamos viendo en otras comunidades. Nos vamos a ir como mínimo más allá del 9 de diciembre porque no van a permitir la movilidad durante el puente. Confío en que las Navidades pueda abrirse, aunque con muchas restricciones», traslada el empresario, resignado a que de esta manera «la bajada de la facturación sea del 55%». «Se nos va a caer la provincia. Si esto sigue así, iremos a una economía de posguerra», vaticina.

El pronóstico se enmarca en el rechazo a «unas medidas desproporcionadas» que encuentran el ejemplo en «Cataluña, donde han cerrado ya y siguen creciendo los contagios», mientras que contrastan con «Madrid, donde dejan todo abierto y bajan». El cierre «no es la solución», recalca Pastrana, quien advierte de que a mayores «no se están cobrando parte de los Erte». En Reycer, intentarán «adelantar la extra a los trabajadores», como avanza el dueño, quien denuncia que la distribución es «parte de la cadena , pero queda en limbo, fuera de las ayudas que se hablan para el resto». «Que miren a Alemania, que cerró con la garantía de ayudas por el 75% de la facturación del año anterior», señala.

La nave de Cerlesa, ayer, medio parada. RAMIRO

La reivindicación del ejemplo alemán la exhibe también Ángel Álvarez. El propietario de Cerlesa se quedará desde este viernes con «sólo 4 empleados a media jornada de los 70 totales». «No queda otra. Nos hemos cargado en medio año el trabajo de toda una vida», sentencia. Pese a que «se trabajó bien en julio, en agosto y septiembre empezó a caer la cosa y octubre ha sido ya un desastre». Ahora, el cierre «da el golpe mortal para la hostelería». «Lo veo muy poco complicado porque no dependemos de nosotros, sino de ayudas para mantener en las empresas y el empleo. Ya no hablamos de ICO, que hay que devolver sino le subvenciones, como en Alemania. Aquí, no, aquí te cierran y ya veremos si habilitan ayudas como dice Mañueco. La gestión de este país es un desastre. Da igual el partido que sea. Hay una falta de liderazgo absoluta. Se va a salto de mata», critica el empresario de distribución, quien incide en que «León sólo tiene servicios, porque no hay chimeneas ni se las espera». «Sin estas ayudas, no sé cómo lo vamos a hacer», insiste.

De momento, lo que va a hacer Floren Esteban es «parar y esperar a ver qué pasa». Cuenta con una empresa de distribución, Congelados Floren e Hijos, que trabaja en exclusiva para la hostelería. No va a «inyectar en el negocio las cuatro pesetas» que le «quedan de los ahorros». A final de año, si la cosa sigue igual, cerrará. Le queda «año y medio para la jubilación», después de «39 años cotizando», pero duda de cuántos de los 250 que acumula se mantendrán en pie. «El último pedido fue el martes: una caja de croquetas, otra de alas de pollo, otra de mejillón media concha. Puedo apagar el teléfono porque no va a llegar ninguno más», augura, tras anotar «pérdidas desde marzo, salvo agosto que se libraron gastos». «Los cuatro que somos nos vamos al Erte», apunta.

Víctor Aller, repartidor de Reycer. RAMIRO

El goteo suma a tres más en Avanza Quimpanor. En marzo eran doce, tras la primavera volvieron a seis y ahora se quedarán en tres, como traslada el gerente, Pablo Rodríguez. La empresa surte de menaje, maquinaria y productos de limpieza a la hostelería, que le aporta «el 60% de la facturación». «Sacaron unos Erte que bonifican los seguros sociales, pero una vez que se acaban te ves obligado a recuperar a todos. Yo me la he jugado y he seguido con los Erte antiguos: pago el 100% hasta el 31 de enero. A partir de entonces, veremos qué pasa. Si la cosa sigue así, tendré que tomar medidas más drásticas», asume.

La cadena de daños tiene escaparate en Mercaleón. En el mercado mayorista, el cierre de la hostelería «afectará en torno a un 20% de media seguramente a todos: congelados, distribución, carne, fruterías y pescaderías», como cita el gerente, Carlos Javier Suárez. Entre ellos se anota Noble Res. La sala de despiece y distribución cárnica queda «prácticamente paralizada», confiesa su dueño, Urbano Navarro. Ya habían bajado «un 60%» y «desde la semana pasada se han anulado pedidos», tanto de hosteleros directos como de distribuidores. «Uno de los más grandes estuvo por la mañana y no cogió nada; otro pequeño autónomo, que reparte para el Húmedo, tampoco. El negocio ahora no es viable», declara para exhibir cómo influye el cierre. Los 14 días próximos medirán la resistencia. «Tengo optimismo en que se pueda arreglar en Navidad, pero si se sigue cerrado será catástrofe. Todo es una cadena: desde el primer eslabón hasta el último», explica. Si la trapa de la hostelería se baja, el resto quedan trabados.

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