Diario de León

Ubaldo Chamorro Palomo

Último adiós a un hombre bueno

Ubaldo Chamorro. J.R. VEGA

Ubaldo Chamorro. J.R. VEGA

León

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«Caemos como moscas», dicen en El Capricho, porque se habla de que Ubaldo ha muerto y se dice con ese dolor en plural cuando alguien es tan conocido como querido. Y de verdad. 

Ubaldo era tan alto que para llenarlo de buena persona hay que hablar de lo que fue: un tipo excepcional. De la noche leonesa de otra época, cuando los tasqueros eran socios confidentes de la libertad. Un Mario Álvarez a un lado de la barra y al otro el propio Ubaldo, últimos años, antes de empezar la batalla de otra noche (locales aledaños), que bien podría acabar juntos después de la jornada, ambos departiendo por supuesto en el último bar.

Era Ubaldo Chamorro Palomo, de 60 años. También. Un ciudadano que en lugar de infundir respeto lo proyectaba. Qué bueno era que te saludara con afecto y respeto un grande de la hostelería nocturna de la ciudad. Cerró El Cafetín y se inventó un club de fumadores que no funcionó. Pero, si el éxito es ser alguien del que hoy solo se dicen cosas buenas, aquí tiene el triunfo absoluto.

Pero también puede decirse que Ubaldo era un artista sin necesidad de escenario. Llega Carnaval y será sin Ubaldo. Y eso no hay dios que lo entienda. La ciudad se pierde al mejor.

La mirada de Ubaldo es la de un hombre bueno. Como esta foto de Vega hecha en El Benito, a la que añade: «Siempre recordaré a Ubaldo cuando llegaba a La Fundación a altas horas de la madrugada, después de cerrar El Cafetín, apoyado contra la pared, mirándonos desde su altura. Su reino comenzaba a esas horas en los que los demás no éramos más que deshecho y escoria».

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