El último paso a nivel que sobrevivió a León Alta Velocidad

La historia fallida de León Alta Velocidad dejó un rosario de cadáveres urbanísticos y estructurales que aún padece la ciudad. La sociedad sigue en fase de disolución; y los proyectos sin rematar se distinguen como problemas de primer nivel que esperan turno para salir a la luz. En ese orden, aparece el paso a nivel de cabecera de Armunia , que hace chaflán junto al parque tecnológico , que ha puesto en primer plano el sentido único de circulación definido para la calle Calvo Sotelo de la pedanía de la capital leonesa.

Problema que sabía como resolver el entramado burocrático que formó parte de León Alta Velocidad; según la hijuela del consorcio, el paso a nivel de esa arrimada de Oteruelo, iba a quedar liquidado por un paso inferior, que partía de la rotonda de acceso al parque industrial, y una segunda circular al este de la vía, desde la que se preveía abrir una nuevo vial que daría acceso a Armunia por una traza que confluía a la altura de lo que fue el inmueble de tapicerías Soto.

Era tal el grado de previsión sobre este contorno, que se manejaron dos alternativas; un paso superior y uno inferior; de tal forma que el torniquete que presiona ahora el paso será una anécdota.

La intervención de ese diseño de ciudad moderna y ordenada en torno al ferrocarril, también en las zonas periurbanas, aportaba soluciones efectivas para el segundo paso a nivel que se descuelga al sur del núcleo de Armunia, en las proximidades de Villacedré, también sellado en esta pirueta estructural que soportaron los planos impulsados por aquella empresa que se llamó soterramiento o integración del tren en León, a medio hacer, a medio rematar, veinte años después.

Veinte años después, en la calle Calvo Sotelo de Armunia se cobran los peajes del efecto retardo que tiene León con las estructuras, la obra pública y la planificación de mejoras para el entorno.

El movimiento que ha generado el aleteo de la conversión en sentido único la calle y el cierre de accesos hacia el área industrial del tecnológico amenaza con un vendaval, poco aconsejable para los políticos en un año electoral, tal y como se presenta la polémica. Y máxime, cuando la solución estaba contemplada y no se ejecutó.