Diario de León

Infraestructuras para León

La valla que sigue la brecha del tren

Las obras de la eliminación del fondo de saco dejan de lado algunas de las soluciones urbanísticas planteadas para mejorar el entorno de la nueva traza ferroviaria

El vallado que acordona ya el pasillo ferroviario. MARCIANO PÉREZ

El vallado que acordona ya el pasillo ferroviario. MARCIANO PÉREZ

León

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En un momento de la segunda mitad de 2020, aún sin determinar, los trenes que circulan entre León y Gijón dejarán al lado ese giro en forma de lazo con el circunvalan la traza ferroviaria de sur a norte; en 2020, León recibirá el tren en depresión sobre el nivel del suelo durante más de 1,1 kilómetros; más de 585 de esos metros estarán completamente soterrados. Justo, por una brecha cosida que ahora ya se distingue por una valla. La valla que sigue la brecha del tren; el elemento clave que distingue la fina línea que podía confundir integración y soterramiento. Hubo solución para tapar la vía; sin reparaciones urbanísticas de calado. Por eso la valla, que emerge como elemento temporal.

El vecindario de esta zona de la ciudad no recibe con plena satisfacción plena el desenlace de la obra, que deja flecos sueltos; algunos remates impensables; otras aspiraciones, imposibles. El mirador de Doctor Fleming, que iba a decorar el chaflán con Velasquita, se descarta «porque no se podía construir debido a necesidad de mantener la vía operativa para la accesibilidad al taller de los trenes, e iba a convertirse en un espacio reducido con muchas probabilidades de convertirse en un espacio insalubre e inseguro», aclaró en la última comisión de Urbanismo el concejal Luis Miguel García Copete, de desarrollo urbano, en atención a una aclaración de Adif y ante la petición del PP para que se presionara al ente ferroviario para que accediera a mantener ese elemento; ahí, sobre la misma cicatriz del paso a nivel del Crucero.

El vallado que acordona ya el pasillo ferroviario. MARCIANO PÉREZ

No hay atención a las peticiones vecinales para dejar más amplitud en el paso de Quebrantos, ya bordado por la valla metálica, que blinda el acceso al paseo del ferrocarril, que recorre en superficie la traza del tren; desde la estación pasante hasta Doctor Fleming. Paseo o pasillo, según la cuerda del vallado, y el piso adoquinado que le colocan los operarios desde estos días.

Más adelante, al límite de la integración, junto en la confluencia de la traza con Párroco Pablo Diez, junto a la zona de la Casilla, se levanta un edificio de nueva construcción, entre la cerca ferroviaria y la vía emergente, que albergará las soluciones técnicas para el control del tráfico en la integración. A pocos metros, se levantarán pantallas de insonorización de protección a dos viviendas de la zona; pero no habrá en ese vértice la zona ajardinada que se llegó a platear para adecentar y acompañar el nuevo curso del tren. No hay soluciones urbanísticas para solucionar el espacio libre que deja el tren entre pantallas de hormigón en primera linea bajo tierra.

En la mayor parte de ese trazado, no más que una valla que separa la última línea urbanizable con una vasta superficie que aún no tiene destino definido. La permeabilidad se pierde en el paseo; ilustrado, entre los vivos colores de los cilindros de los lucernarios, llamados a ser componentes de referencia en este nuevo entorno de la ciudad.

Nuevo edificio junto a la zona de la Casilla. MARCIANO PÉREZ

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