Diario de León

Citroën. Fuente… de inspiración

Sonia Delaunay, ‘vistió’ —cuadriculó— un Citroën B12 para la Exposición de Artes Decorativas de 1925. ct

Sonia Delaunay, ‘vistió’ —cuadriculó— un Citroën B12 para la Exposición de Artes Decorativas de 1925. ct

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León

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JAVIER FERNÁNDEZ

Desafíos… superados. Si el actual cuadriciclo eléctrico Ami ha sido profusamente decorado por la creadora Conxita Herrero, uno de los primeros ‘chevron’ utilizados como soporte artístico fue el Citroën B12, que rompería moldes merced a la colorista trama de rectángulos con la que, en 1925, vistiese su carrocería la polifacética artista madre del «Orfismo», Sonia Delaunay.

Así, con vehículos que se han expuesto en diversos museos de arte contemporáneo, o que llevan la firma de prestigiosos diseñadores, Citroën ha mantenido siempre una «visión artística» del automóvil invitando, además, a todas las personas a dejar su sello en los coches mediante múltiples posibilidades de personalización.

Citroën ha mantenido siempre una relación privilegiada con el arte y el diseño; el mismísimo André —fundador de la compañía— confiaría la publicidad d sus productos a vanguardistas diseñadores, llevando al límite la arquitectura del vidrio en sus puntos de venta gracias a nombres tan ilustres del ‘Art-Decó’ como Albert Laprade.

Con el paso de los años, creadores como el escultor Flaminio Bertoni, creador de los icónicos 2 CV, DS ‘Tiburón’ o Ami 6, diseñaron automóviles que acabaron expuestos en ferias de arte contemporáneo; otros, en cambio, los utilizaron como ‘soporte’ para sus obras: Pablo Picasso con el DS 19 o, precisamente, el moderno C4 Picasso para el vigués Suso Fandiño y, hace pocos meses, el ‘objeto de movilidad’ Ami, le serviría a Conxita Herrero, firme promesa del ‘cómic’ vanguardista, como lienzo para sus creaciones.

En 1925, los astros se alinearon para ofrecer dos grandes muestras de la simbiosis entre el ‘chevron’ y el arte: la Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industriales Modernas; una cita que convocó, en París, a miles de visitantes y que, eso también, supuso el aplazamiento del Salón del Automóvil.

Sin su gran escaparate, André Citroën buscaría la manera de de estar presente —muy presente— en aquella muestra para, eso también, dar relieve a su última creación: el Citroën B12, primer automóvil europeo con carrocería enteramente de acero.

Con una audaz iniciativa, Citroën se aseguró una presencia de primera fila en el certamen: utilizar la Torre Eiffel como gigantesco cartel luminoso. Toda una proeza técnica, y artística, para la que André contó con la ayuda de Fernand Jacopozzi, una artista de vanguardia en el campo de la electricidad, capaz de crear todo tipo de dibujos con bombillas: 250.000 situadas en la estructura de la icónica torre parisina, ‘regalando’ así un inigualable espectáculo nocturno.

Pero tampoco André Citroën contaba con que la artista de origen ucraniano Sonia Delaunay (1885-1979) crease un auténtico ‘Caballo de Troya’ basándose en el modelo B12, para —también— causar sensación en el propio certamen. Para esta polifacética creadora, el arte de no puede encerrarse en un museo, debe formar parte de la vida diaria: «La vida se llena de arte y el arte cobra vida».

Con un personalísimo estilo cubista, a base de figuras geométricas de vivos colores que parecen moverse, Delaunay inició su andadura artística con un original edredón ‘patchwork’ realizado en 1911 para arropar a su hijo; no sabemos si abrigaba, no único cierto es que, actualmente, la pieza se expone en el Museo Nacional de Arte Moderno de París, como pieza fundacional del ‘Orfismo’ y del ‘Simultaneísmo’, escuela artística que usaba el color para crear —realizar— espacios y formas; así, la creatividad e Sonia Delaunay rebasaba la frontera del lienzo para, con círculos y coloristas cuadrados, ‘invadir’ tazas, platos y todo tipo de prendas, de vestidos a bañadores, que liberaban de sobriedad para acentuar los movimientos del cuerpo; inquietudes artísticas que llevarían a Delaunay a convertirse en la primera mujer que pudo ver expuesta su obra en el prestigioso Museo del Louvre.

Para la Exposición de Artes Decorativas de 1925, ideó una original trama de rectángulos donde se alternaban el rojo, el blanco, el azul y el negro, que tuvo como primer destino una colección de moda; a renglón seguido, un ‘latigazo’ de inspiración al ver un Citroën B12: pintó su carrocería con esos mismo motivos, haciendo del vehículo todo un complemento de moda a juego con las prendas de sus ocupantes.

El automóvil pasaba de la monotonía cromática a convertirse en un elemento en el que plasmar los gustos y la individualidad de cada persona, filosofía hoy tan presente en los catálogos del ‘chevron’.

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