Diario de León

Seis décadas… apasionantes

El proyecto «Mini Recharged», propone una nueva —y ‘electrizante’- vida para el icónico modelo

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León

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Nacido del ingenio de Issigonis, salpimentado por las transformaciones de otro genial, John Cooper (John Newton… por más señas), el Mini acabó sentando las bases de una extraordinaria trayectoria deportiva… 60 años nos contemplan.

De la tracción delantera de las ‘pastillas de jabón’ en los rallyes de los sesenta, a las cuatro ruedas motrices del Dakar en el XXI… y a la propulsión eléctrica personalizada.

Del ‘achatarrado’ local del suburbio londinense en Surbiton a la pulcritud en la ‘cátedra’ Oxford, y de ahí… a la gloria comercial como icono conceptual para coches pequeños, y deportivos, que ha llegado hasta nuestros días.

Un par de años después de su lanzamiento, el Mini ya contaba en la nómina de John en forma de ‘drástica’ versión deportiva: Mini Cooper; ágil y dinámico, seis décadas después, un montón de emociones más tarde, la leyenda continúa… más viva que nunca.

Continúa en el glorioso recuerdo de los ‘finlandeses voladores’ de Montecarlo —el rallye—, con Rauno Aaltonen, Timo Makinen, Simo Lampinen; como Paddy Hopkrik y Tny Fall —también ellos—, que firmaron páginas de gloria en la leyenda de las reviradas rutas de los Alpes Marítimos.

Un deseo, el de correr, poderosamente despertado en Gran Bretaña poco después de la II Guerra Mundial, con el talento de John Newton como telón de fondo quien, con sólo 23 años, fundaba (1946) junto a su padre Charles, la «Cooper Car Company» dedicada a la construcción de monoplazas de Fórmula 2 y Fórmula 3 para, a renglón seguido, desembarcar también en la Fórmula 1, consiguiendo, en 1958, su primera victoria y, los dos siguientes años (1959 y 60), la corona mundial para Jack Brabham a bordo de un Cooper; y no sólo, también marcaría impronta: el motor central —‘solución Cooper’— tomaría carta de naturaleza en la F1.

Cooper se mantendría en la parrilla de salida de los Grandes Premios de F1 hasta finales de los sesenta con, además, una nutrida nómina de figuras en su haber: Stirling Moss, Bruce McLaren (fundador de la marca que lleva su nombre), Maurice Trintignant (tío del famoso actor cinematográfico galo), Jochen Rindt, además de Jack Brabham.

Así que, a la vez que Cooper dejaba huella y marcaba caminos en la F1, el ingeniero Sir Alec Issigonis continuaba, «British Motor Corporation», continuaba desarrollando ‘sus’ poco más de 3 metros y el ‘panorámico’ interior para 4 ocupantes del Mini: motor transversal delantero, como la tracción en ese mismo eje y con la caja de cambios situada justo debajo del tetracilíndrico.

Aún más, John lograría convencer a la —inicialmente reacia BMC— para la fabricación de un millar de ‘transformadas’ unidades: 1.0 litro de cilindrada y 55 CV (posteriormente subidos a 70), capaces de alcanzar unos —nada desdeñables para la época— 135 por hora de punta; aderezadas, las ‘transformaciones’, con una caja de cambios de relación cerrada —incluido un mejor guiado de la palanca—, frenos de disco delanteros, neumáticos más anchos, además de la ‘imprescindible’ carrocería roja con techo blanco… nacía la leyenda, que sobrevive en el tiempo; como la dinámica sensación ‘go kart feeling’ (deportividad a ultranza), como las juntas homocinéticas para reducir los ‘tirones’ de la tracción delantera en la dirección —en el volante—, como el bastidor secundario para sujetar las ruedas traseras mejorando la estabilidad, como la suspensión de goma —‘hidrolástic’— y sus ‘mini’ amortiguadores telescópicos.

Consecuencia: popularidad multiplicada, como los miles de incondicionales disfrutando a bordo de las ‘pastillas de jabón’, como los triunfos (1963, 64, 65 y 67) en el Rallye de Montecarlo, su prueba fetiche, donde el Cooper S ‘arrasaba’ sin contemplaciones frente a oponentes teórica y prácticamente mucho más potentes.

Aquellos deseados ‘kits’ de transformación firmados por Cooper, harían furor en los 70 y 80 para, en 1990, volver —el Mini— a la palestra productiva con el 1.300 de 61 y 63 CV, y, con la adquisición del Grupo Rover por la germana BMW (1994), conocer una nueva vida: 306 CV en el gasolina tetracilíndrido turboalimentado Mini John Cooper Works GP… ¡la bomba!

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