Diario de León

Ferrari 812 Competizione. Dos almas… para un ‘ADN’

Especialista en ediciones especiales… y limitadas

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León

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JAVIER F. ZARDÓN

Culto… a la aerodinámica. También al diseño, la puesta apunto deportiva (extremadamente deportiva)… y a las preacciones: 2,8 segundos en el ‘sprint’ de cero a cien; ‘salpimentados’, los segundos, con una punta de 340 por hora… ¡alla follia! —locura… por si había dudas—.

Il Cavallino rompe moldes —de nuevo—: de las nuevas tomas de aire frontales, enmascaradas por una hoja de fibra de carbono, al difusor zaguero y la propia luneta trasera… completamente cerrada, otra primicia en un coche de serie —limitada a 599 unidades… la serie—.

Nuestro protagonista, el V12 atmosférico de 6,5 litros y 830 CV a 9.500 vueltas (70,0 metros/kilo de par a 7.000 giri), se une a un cambio automático de 7 marchas y doble embrague (con levas en el volante).

Y lo mejor: para garantizar la excelencia acústica —musicalidad— a la que están acostumbrados los incondicionales: terminales de escape a la vista, enfatizando —eso también— su función y la filosofía deportiva del coche.

Una mejora de rendimiento que tampoco está reñida con la contención de emisiones contaminantes, gracias a la evolución del sistema ‘Hele’, que permite reducirlas —las emisiones— al tiempo que confirma, incluso a baja velocidad, el típico sonido del V12.

Si el 812 Competizione resulta ser todo un culto a la optimización aerodinámica, es en la luneta trasera donde los técnicos de LaFerrari han puesto la guinda: completamente cerrada, lo que ha dado la oportunidad de explorar nuevas soluciones a base de los tres perfilados elementos que sobresalen de la superficie que, actuando como generadores de vórtice, maximizan la capacidad del alerón trasero y la parte inferior plana del coche; así, parte del flujo se desvía a los lados del alerón, generando mayor carga aerodinámica.

Incluso se garantiza la comodidad de los ocupantes de la versión abierta (targa) por la adopción de un ‘desviador de flujo’ integrado en el travesaño del parabrisas, extendiendo así ‘la burbuja’ que envuelve el habitáculo, evitando las incómodas turbulencias que suelen generarse por detrás de los respaldos.

En suma, otra ‘joyita’ —una más— firmada por Maranello.

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