Diario de León

Ferrari. Jugueteando… con el Testa Rossa

Compartiendo sueños con ‘Il Cavallino’

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León

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JAVIER F. ZARDÓN

Invitación… a compartir un sueño. Si los sueños están íntimamente ligados a la historia de Maranello, el del Testa Rossa J es uno de los más recientes… y sugestivos.

Pesando para ser conducido por personas mayores de 14 años, aunque sin homologación para utilizarlo en carreteras abiertas al tráfico, nuestro protagonista rinde culto (escala del 75%) a la ‘barchetta’ que pobló, por victorias, las vitrinas de ‘Il Cavallino’ en las décadas de los años 50 y 60: casi una veintena de triunfos y tres títulos mundiales en 1958, 1960 y 1961.

También puede presumir, el 250 TR, de ser el único Ferrari que ha ganado cuatro veces las 24 Heures du Mans: 1958, 1960, 1961 y 1962 (evolución 330 TR, en este último caso).

Firmado por el Centro Stile de Maranello, este particular ‘Junior’ (3.1 metros de largo y 1,1 de ancho) del Testa Rossa reproduce meticulosamente las líneas del 250 TR, aquel ‘guardabarros pontón’ dibujado por Scaglietti; exquisita en su reproducción, no falta aquí la carrocería de aluminio batido a mano, idéntico proceso utilizado en su día para el ‘auténtico’ 250 TR; también la pintura (53 colores a elegir, 14 decoraciones históricas) es la misma que se aplica actualmente en los modelos de la marca, como el emblema delantero.

Para esta precisa reproducción del intrincado chasis, se han utilizado (escaneado) los dibujos originales en papel del Departamento Ferrari Classiche, de forma que el «J» conserva las mismas geometrías de dirección y suspensión, confiriendo a la réplica las sensaciones dinámicas (salvando las distancias… claro) del modelo original.

Una meticulosidad que se traslada a un interior en cuyo único asiento puede acomodarse tanto un adolescente como un adulto, incorporando fielmente el entramado tubular del ‘baquet’ de la época; incluso el volante lo fabrica Nardi, el mismo fabricante que lo suministraba en 1957 y que cuenta con un sistema de liberación rápida para facilitar el acceso al puesto de conducción; eso sí, se han remasterizado las clásicas esferas del cuadro de instrumentos para adaptarlas a la propulsión eléctrica: los indicadores de aceite y agua, monitorizan ahora la temperatura de la batería y del motor, el medidor de combustible lo hace con la carga de la batería, y el tacómetro (cuentavueltas… ya saben) se convierte en velocímetro; tampoco falta un indicador de la potencia regenerativa en frenada.

La guinda… pedales del F8 Tributo y neumáticos Pirelli, socio técnico oficial de Ferrari, calzados en llantas de radios (12 pulgadas) hechas a mano.

Y para que nada falte… la esfera ‘Manettino’, que permite elegir entre 4 modos de conducción: Novato (20 por hora), Confort (45 por hora), Sport y Race, que se vuelven progresivamente más deportivos, tal cual un auténtico ‘Cavallino’… ¡Forza Ferrari!

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