Diario de León

Opel Ascona y Manta. Medio siglo… de historia

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León

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J. F.

Evolución… del segmento medio. Con el debut de la década de los 70, Opel revolucionaba el segmento más popularizado del panorama automovilístico europeo, convirtiendo al Ascona en el ‘prototipo’ de berlina deportiva, divertida de conducir y con diversas carrocerías: deportivos de dos puertas, sedán de cuatro y hasta como primer familiar pensado —ya entonces— para actividades al aire libre.

El punto culminante llegaría con el Manta: un elegante coupé, herencia tecnológica del Ascona, al alcance de una amplia clientela, que el fabricante proponía un par de años después de otra ‘perla’: el Opel GT de 1968.

Chasis, suspensión y mecánicas compartían ‘identidad’ en ambos modelos, que montaban motores tetracilíndricos que rendían entre 60 y 105 CV.

El deportivo Manta, cuyo ‘logo’ se inspiraba en las fotografías del explorador marino Jacques Cousteau, por lo que su presentación (septiembre de 1970) tuvo lugar en ‘Timmendorfer Strand’, en la costa del Mar Báltico.

Para Opel, el Manta supuso un paso hacia un nuevo territorio: «En lugar de hacer obsoleto a un modelo existente, el automóvil que hoy presentamos se suma a nuestra gama en una nueva demanda del mercado»; as´´i rezaba el comunicado de prensa de entonces.

En la época, los atractivos coupé de cuatro plazas eran muy populares; así que, había una gran demanda, y necesidad entre los fabricantes, de destacar mediante este tipo de realizaciones: las líneas del Manta, eran ‘justo’ lo que buscaban los clientes.

En su primer año, se vendieron 56.200 unidades, del casi medio millón (498.553 unidades) que contabilizaría el Manta al final de su vida comercial. Si ya se ha dicho que compartía plataforma, suspensiones y mecánicas con el Ascona, también incorporaba un nuevo miembro a su familia mecánica: 1.6 litros de 68 CV (80 CV en le versión S), mientras la versión más potente era el tetracilíndrico 1.9 S de 90 CV, que también se utilizó en Opel Rekord.

En 1972, el 1.2 de 60 CV se erigía como el escalón de acceso a la gama Manta que, en noviembre de ese mismo año, se completaba con la lujosa versión Berlinetta, cuyo equipamiento de serie incluia volante deportivo, luneta trasera térmica, faros halógenos, lavaparabrisas eléctrico y techo de vinilo, elementos inusuales en los catálogos de la época.

También sus cinco años d eproducción, se enriquecieron con diversas versiones especiales. «Holiday», «Plus», «Swinger» y «Summer Bazar», que combinaban un completo equipamiento con una ajustada tarifa.

La versión GT/E, con motor de 1.9 litros y 105 CV (inyección Bosch L Jetronic, se convertiría (1974) en el tope de gama. Aquel Manta GT/E apostaba por los acabados en negro mate, en lugar de los cromados. Un año después (1975) aparecería la última versión especial, poco antes del debut del Manta B: el ‘Black Magic’, basado en el GT/E, ofrecía una carrocería pintada en negro, con rayas anaranjadas en los laterales, además del faldón delantero.

Por su parte, el Ascona ‘rellenaba’ el hueco entre el Kadett B y el Rekord C, un papel que hasta entonces desempeñaba la lujosa versión ‘Olympia’ del Kadett.

Inicialmente ofrecido en carrocería sedán de 2 y 4 puertas, el Ascona montaba suspensión delantera independiente, con muelles y amortiguadores, y eje trasero rígido (barra Panhard), además del mencionado motor 1.6 de 68 CV, ‘subido’ a 80 CV en la versión S. En marzo de 1972, se lanzó una versión de acceso (1.2 de 60 CV).

A renglón seguido (1974) aparecería el familiar Voyage (el dos puertas del Caravan), se diría precursor de los actuales Sport Tourer, además de las versiones S y SR (80 y 90 CV respectivamente) y, por primera vez en los motores más potentes, Opel ofrecía la opción del cambio automático de tres velocidades de producción propia. Incluso el acabado SR, novedad entonces en el segmento de los modelos familiares, también estaba disponible en el Voyage de 3 puertas.

Los Ascona y Manta, siguieron al GT al otro lado del Atlántico, vendiéndose con éxito en Estados Unidos, una carrera internacional solamente lograda por unos pocos modelos de Opel. Hoy, ‘aquellos’ supervivientes de la primera generación son codiciados objetos de colección, con un valor muy superior al que se vendían en su época.

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