Diario de León

Rolls-Royce. La profecía… del ‘Éxtasis’

En 2011, el Phantom EE sustituía el ‘tradicional’ V12 de 6.75 litros (gasolina), y la caja de cambios, por un paquete de baterías de litio y dos motores eléctricos montados en el subchasis trasero que, unidos a un cambio de una velocidad, rendían 389 CV (290 kW), frente a los 453 CV (338 kW) del V12 de la época. rr

En 2011, el Phantom EE sustituía el ‘tradicional’ V12 de 6.75 litros (gasolina), y la caja de cambios, por un paquete de baterías de litio y dos motores eléctricos montados en el subchasis trasero que, unidos a un cambio de una velocidad, rendían 389 CV (290 kW), frente a los 453 CV (338 kW) del V12 de la época. rr

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Espíritu… del Éxtasis. Ahora, cuando los conductores británicos mendigan una gota de gasolina ‘gracias’ al brexit, puede ser buen momento para recordar el glorioso pasado de Rolls-Royce.

Ahora, también ahora, el fabricante acaba de comunicar su estrategia de electrificación en tres pasos: presentar un automóvil totalmente eléctrico en esta década (2020-2030); será un puro ‘BEV’, no un híbrido, y sólo se lanzará «cuando sea el momento adecuado», y con elementos «puramente RR», por estándares técnicos, estéticos y de alto rendimiento.

A principios de los años 20, el motor de combustión interna compartía protagonismo con la energía de vapor y la electricidad en la propulsión de ‘aquellos’ primeros automóviles; así que, en una época en la que la mayoría de fabricantes vuelven la vista hacia la propulsión eléctrica (¿?), la ‘profecía’ de Charles Rolls salta de nuevo a la palestra.

La energía de vapor, aunque relativamente sofistica en su momento y omnipresente en la industria, perdería pronto la batalla frente a los motores de combustión interna —incluso frente a los incipientes eléctricos—.

Por su parte, la energía eléctrica también perdería la batalla por, fundamentalmente, dos razones: autonomía extremadamente limitada y ausencia de infraestructuras de carga… nada nuevo bajo el sol; un siglo después estamos —casi— en las mismas, a pesar de los significativos avances (¿?), estas continúan siendo las barreras para una adopción generalizada de los propulsores eléctricos en la industria automotriz, tanto por condiciones de tecnología y utilización práctica como de percepción en los usuarios.

Con todo, las ‘percepciones’ que inicialmente atrajeron a los ingenieros hacia la energía eléctrica en los automóviles (funcionamiento silencioso, par motor instantáneo, gran potencia, ausencia de gases de escape…) siguen siendo de lo más atractivas, máxime para los coches de lujo…. bien caros, por cierto.

De hecho, algunos —bastantes— observadores, han especulado siempre una posibilidad: Sir Henry Royce hubiera elegido solamente la energía eléctrica para sus automóviles… si hubiese podido resolver los problemas de autonomía y carga.

De momento, la pelota sigue en el tejado… de la ‘profecía’; por mucho, eso también, que Rolls-Royce desvelase —en 2011— el Phantom Experimental Electric EE («102 EX», en clave de fábrica), una versión eléctrica, totalmente operativa y homologada para uso normal.

Es verdad que nunca se pensó en el Phantom EE (presente, siempre, la mágica denominación) para su producción en serie, pero sí que ha servido como ‘banco de pruebas’ para futuros proyectos, pensamientos y consideraciones, de los ingenieros de la «RR» en Goodwood… una meta es un sueño, con fecha de realización.

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