Diario de León
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León

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La prestigiosa limusina de 6 cilindros en línea, producida en la planta de Pilsen entre 1926 y 1929, formó parte durante años —hasta marzo de 1936— de la flota de la Jefatura del Estado checo. En términos de materiales y artesanía, el Skoda Hispano-Suiza no se paraba en barras: unas lujosas 2,7 toneladas que, entre otras innovaciones, montaba un servofreno que utilizaba la energía cinética del propio vehículo, apoyando progresivamente los frenos de tambor para mejorar la potencia de frenada: cuanta más presión se ejercía sobre el pedal, mayor era la respuesta; a diferencia de los demás servofrenos utilizados entonces, los frenos del Skoda Hispano-Suiza se mantenían activos incluso con el motor apagado, lo que les confería una alta seguridad operativa.

Los 6 cilindros en línea, con control de válvulas OHC y 6.654 centímetros cúbicos, rendía 100 CV en su versión normal, legando hasta los 135 CV en las versiones ‘especiales’. Los cinco metros y medio ‘de limusina’, podían alcanzar una velocidad máxima de 130 por hora, y consumo de carburante entre 20 y 25 litros cada cien kilómetros… bastante ‘razonables’ para la época.

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