Diario de León

Skoda. De ParÍs a Berlín… en moto

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León

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J. F. ZARDÓN

‘Továrny Velocipedu’… vehículos motorizados. Aquellos «vehículos motorizados de dos ruedas» L&K Tipo B estaban propulsados por un motor monocilíndrico de cuatro tiempos (240 centímetros cúbicos) refrigerado por aire, que rendía 1,75 CV y alcanzaba 40 por hora.

Arrancaba… una abultada serie de victorias firmadas por las motocicletas y coches de Laurin & Klement… y Skoda —por entendernos—.

27 de junio de 1901; 6,58 de la mañana: Maratón París-Berlín, en la carrera más dura de su época, ‘a lomos’ de una L&K Tipo B monocilíndrica, Topf y Podsednicek… iniciaban la aventura que, cuatro años después, se saldaba con el título mundial en 1905.

El técnico Václav Laurin y el visionario Václav Klement ponían, a finales de 1895, la primera piedra de la compañía —‘su’ compañía— con sede en Mladà Boleslav.

Además de una amistad que duraría toda la vida, y de su conexión regional, también le unía su pasión por el ciclismo: en un modesto taller, empezaron reparando bicicletas para, poco tiempo después, ampliar su oferta vendiendo bicis de diseño propio, comercializadas bajo la marca ‘Slavia’; realizadas con materiales de alta calidad y una atractiva relación calidad-precio, además de poner en práctica innovadoras ideas técnicas.

En la primavera de 1899, la marca añadía a su amplio catálogo de bicicletas y triciclos un motor auxiliar de gasolina de diseño propio para, a renglón seguido (18 de noviembre de 1899), presentar dos avanzados modelos de motocicletas L&K en Praga: ‘aquel’ monocilíndrico de 4 tiempos montaba en la parte inferior del bastidor, donde estaba mejor protegido de posibles daños; como también cambiar deliberadamente el centro de gravedad, que mejoraba sensiblemente el manejo de la motocicleta.

Tampoco en aquella época había embrague ni caja de cambios: el motor se conectaba a la rueda trasera de tracción —‘propulsión’, claro— por una larga correa de cuero mientras, para arrancar el motor, era necesario empujar la moto; después, el piloto saltaba sobre el sillín y colocaba los pies en los pedales que, además, servían como apoyo del motor en pendientes pronunciadas… ¡pedaleando!

Así, ‘pedalada a pedalada’, las entonces modernas máquinas de Mladá Boleslav se convertirían en todo un éxito: a finales de 1899, Václav Klement volvía de un viaje a Alemania con 35 pedidos en su cartera, y en la primavera de 1900, el visionario Klement negociaba la entrega de 150 unidades a Gran Bretaña, un mercado tradicionalmente motociclista.

La calidad de los modelos firmados por Mladá Boleslav frente a sus competidores internacionales, está avalada por diversos galardones, como los primeros premios en sus respectivas categorías en las ferias de Francfort sobre el Meno (1900) y Viena y Hamburgo al año siguiente.

Hace 120 años arrancaba la implicación del fabricante en los deportes del motor, estrenándose en los 1.196 kilómetros entre París-Aachen, Aachen-Hanover-Berlín, que se completaban en tres etapas.

Además de 110 coches que competían en diversas categorías dependiendo de su peso (hasta 400 kilos, de 400 a 650 y más de 650 kilos), también participaron, en una categoría combinada, diez motocicletas y vehículos de tres ruedas. A partir de las tres y media de la madrugada del lunes 27 de junio de 1901, tomaban la salida, de dos en dos minutos, los coches de la categoría principal; mientras las motocicletas L&K, que se vendían en algunos mercados bajo la marca «Republic», estaban representadas en París por dos máquinas de Tipo B: a las 6,58 horas, tomaba la salida el piloto nº 168 y, dos minutos después, Narcis Podsednicek, nacido en 1866 en Myslocovice (Moravia), que se uniría a la marca como uno de posprimeros representantes comerciales de la bicicletas ‘Slavia’ en Holesov en 1897. Con 33 años, «Podseda», como le conocían sus amigos, comenzó a trabajar para L&K en febrero de 1900, escalando rápidamente hasta la posición de encargado de producción de bicis y motos. Así que, su experiencia como técnico y piloto, acabó convirtiéndolo en el candidato ideal para la carrera París-Berlín.

Tanto por su kilometraje como por las condiciones de la ruta (carreteras sin asfaltar y tramos empedrados), la carrera más exigente de su época ponía a prueba la tecnología de las máquinas y las habilidades de los pilotos… abandonados a su suerte, obligados a lidiar con los pinchazos provocados por innumerables clavos, fragmentos de metal y cristales, además del abrasivo efecto de la grava.

Narcis Podsednicek superaba la prueba, siendo uno de los pocos pilotos en cruzar la meta berlinesa el 29 de junio de 1901; sin embargo, ganaba la capital alemana de noche, por lo que su llegada no sería correctamente documentada.

Al final, cuatro triciclos franceses De Dion-Bouton serían declarados vencedores en la categoría de motos y tres ruedas.

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