Diario de León

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Nacido en Stuttgart hace casi 70 años, el SL estuvo llamado a convertirse en leyenda desde el mismo momento de su presentación: un auténtico coche de carreras… apto para la conducción del día a día.

Poco después de su debut en 1952, el 300 SL (W 194, en clave de fábrica) ya cosecha sus primeros galardones deportivos: doblete en Le Mans y las cuatro primeras plazas en el Gran Premio de Nürburgring, con ocasión del aniversario del célebre ‘Infierno Verde’; laureles que convertirían al SL en todo un mito… en un tiempo récord.

Sólo un par de años después (1954) llega «Gullwing-Flügeltüren», el icónico ‘alas de gaviota’ por su original apertura de puertas (300 SL, W 198) al que, en 1999, un jurado internacional de periodistas especializados concedería el título de «vehículo deportivo del siglo XX».

Y otros hitos… el ‘Pagoda’ (W 113, 1963-1971), el incansable R 107, nada menos de 18 años en catálogo (1971-1989) y su sucesor, el R 129, unánimemente considerado como una auténtica «escultura de la automoción» por su llamativa forma de cuña.

Así, las siglas SL se han convertido en sinónimo de los escasos auténticos iconos de la automoción mundial.

Idea nacida de una mente prodigiosa, la de Fritz Nallinger, responsable técnico y deportivo de Mercedes a principios de los 50, ‘inspirándose’ —eso también— en el entonces imbatible Jaguar XK 120 C ganador de Le Mans en 1951.

Partiendo del lujoso Mercedes 300 de 6 cilindros presentado en el Salón de Francfort (1950), Nellinger expondría su idea al célebre ingeniero Rudolf Uhlenhaut, quién se encargaría de llevarla a la práctica… y no sería tarea fácil: había que realizar un impecable trabajo para transformar una lujosa berlina de carreras capaz de reverdecer laureles deportivos en la ‘Estrella Plateada’… y Uhlenhaut lo cosiguió, por mucho que el todopoderoso director deportivo Alfred Neubauer se mostrase inicialmente escéptico.

Ahora, tras siete decenios, el nuevo AMG SL asienta —culmina— su evolución de ‘pura sangre’ a deportivo descapotable de lujo, combinando el carácter del ancestro con la excelencia tecnológica de los modernos Mercedes.

«Como reencarnación del primitivo ‘roadster’, el nuevo SL simboliza más que nunca la fascinación intemporal del automóvil», apunta Britta Seeger, responsable de ventas en Mercedes-Benz Cars.

 

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