Diario de León
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León

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J. F.

Diferente recorrido que los ‘gordos’, en modo ‘regularidad’, aunque en las arenas del Dakar… acabe convirtiéndose en ‘velocidad pura’; fue el escenario al que se enfrentaron ‘perlas’ como el Mitsubishi Montero Evo (original), el buggy Sunhill o el Porsche 911 SC, además de varios Mercedes G… y el Skoda 130 LR.

«Nuestro objetivo no era solamente cruzar la meta: estábamos compitiendo (apunta el piloto Ondrëj Klymciw y su copiloto Petr Vlcek) y no nos contuvimos, ni siquiera es posible contenerse».

Ni Klymciw ni Vlcek eran ‘bisoños’ en el Dakar, ambos habían participado, en moto, en cuatro ocasiones anteriores.

Los tiempos medios… era lo que contaba; así que, el coche tenía que llegar al ‘checkpoint’ en un momento preciso; así pues, no se trataba tanto de una carrera contrarreloj, cuanto de una carrera ‘con el reloj’, manteniendo la velocidad constante.

Tras la rotura de la caja de cambios que, al producirse pasado el ecuador de la carrera, pudimos reparar y continuar en la prueba. La segunda avería, en el cabezal de un cilindro, que también conseguimos solventar, daría paso a una tercera complicación —nos ‘adelantó’ una de nuestras ruedas—, apuro del que también nos sacó el camión de asistencia.

Al final, el ‘veterano’ de Skoda firmó un elogiable resultado: ganador en la sexta etapa, acumulando además tres terceras posiciones; aunque el recuerdo más apreciado se produjo en la última etapa: «A esas alturas —dice Klyciw— ya había aprendido a manejar el coche, se me daba bien en la arena, realizando derrapes controlados y conociendo los límites.

Diseñado en los años 80 como coche de rallyes, el Skoda 130 LR equipó una caja de cambios modificada para el Dkar (diferencial de deslizamiento limitado y adecuadas relaciones en las marchas); también se modificó el filtro de aire y la distancia libre al suelo, como la geometría del eje delantero, la posición de conducción y la cinemática de ambos trenes.

Incluso se preparó el coche para las altas temperaturas del desierto, doblando la capacidad del radiador frontal y montando ventiladores controlados por termostato o manualmente por el piloto.

El 130 LR, conservaba el motor original de 1.4 litros, alimentado por dos carburadores Weber, cigüeñal reforzado y lubricación por cárter seco. El depósito de combustible amentado hasta 85 litros, un par de planchas para salir de la arena, palas y piezas de recambio, acabaron incrementado ‘la romana’ del Skoda ligeramente por encima de la tonelada (el coche original pesaba 700 kilos).

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