Diario de León

Walter Röhrl. La vida… en las carreras

Cuarenta años después, a los 75 de edad y gracias a Porsche, Walter Röhrl tiene un preciso regalo de cumpleaños: el 924 Carrera GTS ‘original’ con el que corrió en 1981. PRSCH

Cuarenta años después, a los 75 de edad y gracias a Porsche, Walter Röhrl tiene un preciso regalo de cumpleaños: el 924 Carrera GTS ‘original’ con el que corrió en 1981. PRSCH

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León

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JAVIER FERNÁNDEZ

Implicado… con los coches. «Te devolveré la llamada, ahora estoy ocupado». Si uno tiene la suerte de contar en su agenda con el número de teléfono del campeón Röhrl, está será —casi siempre— la contestación.

Probador oficial de Porsche, hasta hace poco, cuenta en su haber con el desarrollo y puesta a punto de modelos tan emblemáticos como los superdeportitos 959, Carrera GT y 918 Spyder… «aún estoy más de cien días al año en la carretera».

Para Röhrl, trabajar también significa interesarse por otros vehículos, más allá de los de su nutrida flota, que cuenta con joyas como su primer coche: un Porsche 356 B Coupé (75 CV); incluso como piloto oficial de Ford, Opel, Fiat, Lancia y Audi, Walter siguió manteniendo su relación con Porsche, participando en rallyes con un ‘nueveonce’ privado.

Justo el año pasado, coincidiendo con el cuadragésimo aniversario de la temporada 1981, Porsche le agradecía su lealtad con el 924 Carrera GTS Rallye que condujo entonces, sólo que… impecablemente restaurado. Fielmente copilotado por Christian Geistdörfer, Röhrl se anotaría cuatro victorias absolutas en el Campeonato Alemán de Rallyes 1981 (primera y única temporada en la que corrió para la marca), al volante de ‘ese’ 924 negro y dorado, los colores de «Monnet».

Es cierto que ‘algunos’ fallos —bastantes—, causarían más de un quebradero de cabeza a Porsche en la primera de las siete participaciones (Rallye de Metz, mayo de 1981), aunque también es verdad que el rendimiento del ‘nueveveinticuatro’ sería lo suficientemente bueno como para que Röhrl-Geistdörfer terminasen segundos en la general para, a renglón seguido, anotarse la victoria en el Rallye de Hesse, en el Serengeti Safari Rallye, el Rallye del Palatinado Anterior y en el Rallye Báltico.

En 1982, aquel «coche de prueba 924 GTS» entró a formar parte de la colección del Museo Porsche, cuya restauración se realizó, precisamente, en el mismo ‘taller’ en el que, 40 años antes, se había construido: el histórico departamento de carreras de Weissach.

Considerado como el coche de serie más caro de todos los tiempos (110.000 marcos… de la época), Porsche tomaría como base, para el coche de competición, una unidad de las versiones Carrera de la serie 924, demostrando que el concepto ‘transaxle’ (motor y caja de cambios en el eje trasero, como la propulsión) podía también ser perfectamente valido con «un número en la puerta»; así, el 924 Turbo (Tipo 931) proporcionaría la base para un desarrollo competitivo: aquel mejorado 924 Carrera GT (Tipo 937) de 210 CV, presentado en 1980, que se homologaría en ‘Grupo 4’, tuvo una versión más potente (240 CV) con el 924 Carrera GTS (Tipo 939), además de la variante Clubsport de 275 CV, mientras la versión GTR (exclusiva para circuito) ‘subía’ hasta los 375 CV.

Fiel a su filosofía ‘competición-cliente’, Porsche mantendría pequeñas tiradas de producción: entre febrero y abril, se construyeron 50 unidades del 924 Carrera GTS, con volante a la izquierda y pintadas —todas— en color ‘Guards Red’; incluyendo los prototipos, la cifra productiva alcanzó las 59 unidades.

Haciendo honor a la minuciosidad germana, y para llevar a cabo el impecable trabajo de restauración, los especialistas del Museo Porsche contaron, además de con la documentación completa de la época, con la también inestimable ayuda de un antiguo colega: Roland Kussmaul, ingeniero y piloto de pruebas y rallyes que, en sólo un par de meses, se había encargado de la construcción del coche para el Campeonato Alemán de Rallyes en 1981; mientras que, ‘Schmidt Motorsport Nuremberg’, se ocupaba —entonces— de la asistencia en las carreras; así, la restaurada ‘perla’… quedaba a salvo de ‘posibles’ —¿en Weissach?— imperfecciones.

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