Diario de León

Los afectados por ataques piden que se mejore el sistema de compensaciones

Publicado por
Antonio Rubio Martínez
León

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Los habitantes de los pueblos de la montaña saben que es normal que el oso se acerque a ellos en ciertas ocasiones y que no es raro encontrarse con él. No es un animal que suela atacar a humanos. De hecho, se registra de media una muerte anual en Europa provocada por esta especie. Sin embargo, los individuos suelen ser impredecibles si se encuentran con crías o en situaciones de estrés.

El problema principal al que se enfrentan los que tienen al oso por vecino son los ataques a sus bienes. Lo más común es encontrarse destrozos en las colmenas, a las que los animales acuden en primavera para alimentarse de miel y larvas de abeja. De los 350 expedientes por daños que la Junta ha hecho este año, el 90% han sido a explotaciones apícolas. Es el caso de Javier Leonardo, que tiene colmenas en Páramo del Sil y todos los años tiene que dar parte por daños a sus abejas. Explica que cada colmena destrozada, contando unos 20 kilos de miel en su interior, llega a suponer una pérdida de 200 euros.

Otro sector dañado es el de la ganadería, en el que el oso interviene atacando a terneros, ovejas, cabras e incluso perros. Recientemente se grabó a un oso entrando en una cuadra de Cuevas del Sil, cuyos dueños afirman que se acercó varias noches seguidas y se metió tres veces a través de una ventana. «No puedes estar un año criando un ternero para que venga un oso y te lo mate», se quejan desde la ganadería, en la que el año pasado el oso se cobró la vida de un becerro.

También se contabilizan daños a huertas. Las lechugas tiernas suponen un apetecible alimento para el animal, así como los silos de hierba, aunque estos captan menos su atención. Similar es el caso de los cerezos. Es habitual que una mañana de verano aparezcan los troncos de los árboles rotos porque un oso ha trepado para alimentarse de sus frutos.

Hay algo en lo que todos coinciden: la Junta actúa mal. La Administración tarda en pagar a los afectados y, en ocasiones, la ayuda no es suficiente. Piden que se preste más atención a su problema, ya que a ellos el oso les quita más de lo que les da.

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