«Al campo le sobran un tercio de los funcionarios de Agricultura»

—¿Hasta qué punto hay riesgo de que desaparezcan las cámaras agrarias?

—Hasta donde quiera la consejera, Silvia Clemente. A las cámaras agrarias se les ha cortado mucho la financiación y habrá que ver cómo salen en los próximos presupuestos. No realizan un papel distinto al de las cámaras de comercio y, a diferencia de éstas, no pueden generar recursos. Asaja no va a admitir que se ponga en entredicho una institución que tiene tres o cuatro funcionarios, porque, si sobran estos, ¿cuántos tienen que quitar en la casa grande? Tampoco estamos dispuestos a que cierren las cámaras agrarias, que tiene un presupuesto ridículo, y el consejero Villanueva respalde a las cámaras de comercio. Las cámaras nos dan notoriedad en el sector y fuera de éste y, por las elecciones, nos obliga a ser mejores, porque cada cuatro años el agricultor y el ganadero van a elegir a quién prefiere, y la Administración reconocer el peso real de una organización mediante el dato objetivo que es el resultado de las elecciones y no la afinidad política. Suprimirlas es amortizar tres, cuatro, cinco puestos de trabajo, cuando en el campo, ahora que no hay presupuesto, un tercio de los funcionarios no tienen trabajo que hacer. No significa que se vayan a la calle, pero la informatización de las ayudas, la caída del número de agricultores, el trabajo que hacían las organizaciones profesionales y las líneas de ayuda que se han suprimido... Es un hecho objetivo y un problema de la Administración.