Diario de León

Valdesandinas

Atentado al respeto y la memoria

Profanan una de las tumbas del interior de la iglesia desacralizada de la Dehesa de Hinojo, histórico paraje a orillas del río Órbigo

tumba

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León

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Corrían los últimos días del confinamiento absoluto marcado por el Estado de Alarma cuando Javier Benéitez recibe una llamada de alerta, casi de auxilio. Al otro lado del teléfono estaba «don Paco», uno de los propietarios del terreno donde se encuentra ubicada la iglesia desacralizada de la Dehesa de Hinojo, a orillas del río Órbigo, en el municipio de Villazala, a medio camino entre la localidad de Valdesandinas y el Puente Paulón.

Benéitez no daba crédito a lo que le decía su interlocutor: «Javier, me han dicho que han entrado en la iglesia y esta vez han abierto una de las cinco tumbas, han sacado toda la tierra y hay huesos por todos los sitios. No puedo ir porque estoy en cuarentena por esto del virus».

Estupefacto, una vez que se permitió la movilidad, Benéitez se acercó al lugar y se encontró con lo que el dueño le había explicado. Varios desaprensivos aprovecharon los días de confinamiento para cometer un atentado contra el respeto y la memoria de los que allí yacían. Habían levantado una pesada losa de granito de unos 15 centímetros de grosor, excavado más de un metro de profundidad y sacado tierra y huesos.

Por su parte, el propietario había dado cuenta a la Guardia Civil.

Benéitez, gran amante e investigador de la riquezas olvidadas del Páramo, conocedor de la historia que atesora el lugar, ya se había desplazado hasta el mismo en innumerables ocasiones. Comprobó que la tumba profanada pertenecía a Francisco Javier Castañón, marqués de Campofértil, señor de Hinojo y vecino de La Bañeza, fallecido en 1843, permaneciendo las otras cuatro lápidas en su lugar.

Sobre estos hechos, el investigador e historiador Roberto Rubio Juan, quien se encuentra realizando un trabajo monográfico sobre el marquesado de Campofértil, manifestó que «en la capilla hay enterrados cuatro marqueses, cuyos restos, en primer lugar, merecen un respeto. Y, en segundo lugar, que hayan sido expoliados no es más que el fruto de la ignorancia. Nada creo que hubiera de valor salvo su gran interés histórico. Sólo la ignorancia y las ganas de hacer daño son causa de algo así. De hinojo salió el retablo de la Virgen y la Vida de San Francisco, atribuido a Nicolás Francés, que hoy se expone en el Museo del Prado».

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