Diario de León

El autor del crimen de la peregrina se vuelve un recluso invisible en Madrid

Miguel Ángel Muñoz acabó con la vida de Denise Pika Thiem hace hoy siete años

Muñoz Blas, junto a su abogado en el juicio. MARCIANO PÉREZ

Muñoz Blas, junto a su abogado en el juicio. MARCIANO PÉREZ

León

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Ya pasaba por una persona introvertida y poco dada a las relaciones sociales. No fue así en la primera etapa de reclusión en Villahierro, donde asumió por momentos aires de liderazgo. Pero desde que se conoció la sentencia que lo condenaba a 23 años de prisión por asesinato y robo con violencia, el carácter le fue cambiando. Hoy, Miguel Ángel Muñoz Blas, el autor del crimen de la peregrina Denise Pikka Thiem es una persona silenciosa, que en Navalcarnero pasa totalmente inadvertido.

Fue especialmente desde que falleció su padre que la vida le cambió. Era su gran punto de confianza y fue quien le buscó un abogado de encargo, después de que en el turno de oficio hubiese optado por confesar y retractarse hasta en dos ocasiones.

Aquel 5 de abril de 2015 León volvió al epicentro de la actualidad nacional. Acababan de ser noticia de cabecera en los informativos nacionales el crimen de Isabel Carrasco (mayo de 2014), el de Roberto Larralde (septiembre de 2014) y la implicación de cinco leoneses en la Operación Púnica con la detención del presidente de la Diputación, Marcos Martínez Barazón (octubre de 2014).

En aquel mismo año al menos dos peregrinas habían denunciado haber sido atacadas en el tránsito del Camino de Santiago en las inmediaciones de Santa Catalina de Somoza. No se concretó nada y el sospechoso se acogió a su derecho a no facilitar su ADN a la Policía.

En puertas de la Semana Santa de 2015 se concretó un tercer ataque fatídico. Denise desapareció y no hubo rastro de su paradero hasta que se procedió a la detención de Miguel Ángel, que había huido de forma sospechosa hacia Asturias cuando un gran operativo policial dispuesto por el Gobierno de Rajoy, presionado para esclarecer el caso a instancias de un senador de Estados Unidos. Entre el crimen y el arresto pasaron cinco meses. Todo ese tiempo el cadáver de la peregrina permaneció relativamente cerca de la casa del sospechoso. Ante la presión policial, lo cambió de sitio y acabó confesando cuando era trasladado en helicóptero desde Asturias hacia Astorga.

Hoy Muñoz es un preso más en Navalcarnero. Se ha vuelto invisible. Lejos queda ya la reconstrucción del caso, cuando la policía le insistía: «Vosotros queréis saber mucho, me parece a mí», contestó socarrón.

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