Diario de León

La burbuja del megavatio también pinchó

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La crisis económica y los ajustes de presupuesto a que está obligando, al menos el cambio en la mentalidad del gasto por el gasto anterior al 2008, no sólo han pinchado la burbuja del ladrillo. También lo han hecho con la eléctrica. La «burbuja del megavatio», como bautizó el descalabro del sector energético el profesor de Economía leonés Julio Lago, convertido en azote de autoridades eléctricas con su permanente recopilación de datos y argumentos que razonan contra la necesidad de «un pasillo de torres de más de 50 metros que, sin alarmismos infundados, crearía a su paso un territorio muerto a lo largo de 80 kilómetros de la montaña central o oriental leonesa».

Con un consumo en caída libre, y en niveles del 2006, se hace todavía más innecesario reforzar la capacidad de un sistema nacional de generación con una potencia instalada que supera los 100.000 megavatios, frente a un consumo que en su máximo histórico no ha llegado a alcanzar los 46.000 megavatios. El propio Ministerio de Industria, ya en la etapa del socialista Miguel Sebastián, reconoció que no era necesario incrementar esta capacidad al menos hasta el 2020. Eso teniendo en cuenta que en algún momento tendrá que retomarse el desarrollo de las renovables para cumplir los objetivos europeos precisamente en ese año.

Existe además otro argumento que tiene incluso más peso que todos los demás: el déficit eléctrico. Mientras se suceden los gobiernos sin que se llegue a «meter mano» a la creciente deuda del sistema eléctrico, ya las autoridades energéticas han advertido de la imposibilidad de acometer más infraestructuras de las estrictamente necesarias. El déficit de tarifa volvió a superar en el 2012 con creces (millonarias) las previsiones del ejercicio, y ronda unos 28.000 millones de euros que parece imposible que lleguen a solventarse.

El último informe de la Comisión Nacional de la Energía advertía ya de la insostenibilidad de este desfase entre los ingresos y los costes del sistema eléctrico, y reclamaba entre las principales medidas a corto plazo el aplazamiento de las inversiones previstas.

El análisis de la situación desde todas sus perspectivas deja, en fin, pocos resquicios a la duda sobre la necesidad de construir una nueva autopista eléctrica cuya hipotética demanda está además ya cubierta por dos trazados de alta tensión en la provincia, a través de La Robla. Mucho tendrán que cambiar las cosas para que se encuentren argumentos que justifiquen un proyecto tan contestado.

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