Diario de León

Concluye la zonificación de Omaña y Luna tras blindar el 21% de su espacio

La reserva de la biosfera constituirá la semana que viene su propio consejo científico

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La Reserva de la Biosfera de Omaña y Luna sigue dando grandes pasos para la correcta gestión de este espacio protegido. Ayer mismo, el Boletín Oficial del Estado (BOE) publicaba el resultado de su nueva zonificación con la que se concluye así un proceso que se inició en 2016, después de que el informe decenal sobre la Reserva de la Biosfera de los Valles de Omaña y Luna realizado por la Unesco en el año 2015 recomendara la actualización de la zonificación por los cambios ambientales y legislativos producidos desde su constitución en 2005.

Han sido casi cuatro años de intenso trabajo por parte de los técnicos de la reserva, con sede en el Ayuntamiento de Riello, realizado de forma coordinada con las reservas de la biosfera limítrofes y promoviendo procesos de participación.

De las 81.161,90 hectáreas de reserva, 17.653,70 han sido declaradas zona núcleo, 43.015,50 zona tampón y 20.492,70 zona de transición.

Según explica la propia Unesco, la zona núcleo es la de mayor protección. Está destinada a la conservación de la diversidad biológica y al monitoreo de ecosistemas poco perturbados. Asimismo, la zona núcleo contribuye al mantenimiento de los servicios ecosistémicos (provisión, regulación y cultural) por ejemplo; el secuestro de carbono, la estabilización del suelo o el suministro de agua potable entre otros.

Paralelamente a la conservación, dentro de esta zona es posible desarrollar ciertas actividades económicas tales como la educación ambiental, la investigación, las actividades de conservación y rehabilitación ambiental y las actividades recreación y ecoturismo.

Por lo que se refiere a la tampón, esta es la zona colindante a la zona núcleo y puede albergar actividades compatibles con el medio ambiente. Además, dicha zona representa un espacio de amortiguamiento de las acciones humanas sobre la zona núcleo y es clave para mantener la diversidad biológica y cultural. A su vez, dicha zona promueve la conectividad biológica ya que actúa de corredor natural entre la zona núcleo y la zona de transición.

Por último, la de transción, es la zona fundamental para la gestión y el desarrollo sostenible de los recursos naturales. En ella, se puede albergar una variedad más amplia de aquellas actividades económicas que favorezcan el desarrollo socioeconómico de las poblaciones locales. Aun así, cabe señalar que dichas actividades deben respetar los objetivos específicos de cada reserva.

El siguiente paso que se llevará a cabo en Omaña y Luna será la constitución, la semana que viene, de un consejo científico propio, tal y como marca la Unesco en sus directrices de gestión. Será la segunda reserva de León, después de Los Ancares, en contar con este órgano que estará formado por seis científicos.

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