Diario de León

Un culto, extravagante y gran liberal lacianiego

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Francisco Fernández Blanco de Sierra y Pambley, creador de la fundación que acabaría subastando Pinos a su muerte, estudió Humanidades en el Seminario de Astorga y Leyes en la Universidad de Valladolid. Heredó escudos y blasones, cartas de hidalguía, un espíritu y tradición liberal y un amplio patrimonio de casas en Madrid, León, Villablino y Hospital de Órbigo, fincas y cabaña ovina. En verano utilizaba los puertos de la Cubilla, en Pinos de Babia y en invierno, las dehesas de Requejo y Quintanilla, en Zamora. Poseía 2.000 ovejas, 111 cabezas de vacuno y 38 de ganado caballar. De carácter extravagante, jamás subió a un automóvil o a un ascensor, a pesar de que viajaba con frecuencia a Madrid, donde ejerció de diputado en las Cortes. Dicen que siempre iba bien vestido y era buen conversador, pero evitaba el contacto físico si no llevaba guantes y, cuando no tenía las manos protegidas, llegaba a empujar los objetos con el codo para no contaminarse. Su talante progresista le llevó a costear unas escuelas modernas para los niños de su zona y a intimar con los integrantes de la Institución Libre de Enseñanza, Azcárate, Bartolomé Cossío y Francisco Giner de los Ríos. Es el ‘salvador’ de los derechos de los babianos en Pinos.

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