Diario de León

JUICIO POR el crimen de la peregrina

«Desenterré el cuerpo y lo cambié de lugar, si no no lo encontráis nunca»

La sala visiona el video de la reconstrucción del crimen narrado con frialdad por el acusado.

El principal acusado por el crimen de la peregrina, ayer al inicio de la sesión. RAMIRO

El principal acusado por el crimen de la peregrina, ayer al inicio de la sesión. RAMIRO

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León

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maría carnero | león

El juicio por el asesinato de la peregrina estadounidense Denise Thiem, que se celebra desde el pasado 13 de marzo en la Audiencia Provincial de León, afronta su recta final con la presentación de las últimas pruebas documentales. En la sesión de ayer se proyectó en la sala el video con la reconstrucción de los hechos, grabado el pasado mes de septiembre de 2015, tras la detención de Miguel Ángel Muñoz Blas como principal sospechoso.

El acusado, acompañado por un grupo de personas entre las que se encontraba la juez de Astorga, que en esos momentos instruía el caso, el fiscal jefe de León, letrados e investigadores de la Policía Nacional, mostraba el lugar donde se desarrollaron los hechos, en las inmediaciones de su casa de Castrillo de los Polvazares, y narraba lo sucedido en un tono distendido, pero con evidentes signos de nerviosismo, que le hacían pasar de la risa, a rozar en llanto en algunas ocasiones.

Muñoz Blas narra en la grabación, de casi media hora de duración, como Denis le llamó a voces desde el camino y él salió de su casa. Según su relato, la peregrina se había perdido y le pidió que le acompañara. «Casi no hablaba español», comentó el acusado, que aseguró que la acompañó un tramo para indicarle el camino correcto. «Mientras caminamos ella cambió su actitud, y yo no entendía porqué, no lo vi lógico, y me cambió el chip, tenía muy mal día y me dio una locura, entoces cogí un palo y la golpeé. Ella cayó al suelo y se dió con una piedra en la cabeza», relata el acusado mientras muestra la zona del camino donde supuestamente ocurrieron los hechos.

Según su declaración, se quedó paralizado, y entonces ella empezó a convulsionar. «Vi que estaba sufriendo y le hice un corte en el cuello con una navaja», explicó Muñoz Blas, que más tarde se deshizo del arma sin precisar dónde. «Me quedé reflexionando un rato, ella sangraba. Entonces le quité la mochila, el sombrero, el palo y las gafas y la cogí en brazos». El sospechoso cuenta que tardó dos horas en trasladar el cuerpo a unos 200 metros del lugar. «Un cuerpo muerto pesa hasta tres veces más de lo normal, además sangraba por la nariz, cuello y cabeza», precisa el acusado que sin embargo aclara que no se manchó de sangre. De hecho, en la reconstrucción, le costó llegar hasta el lugar donde la enterró y tuvo que localizar visualmente su casa para orientarse. Al llegar al lugar cuenta que tras cavar un hoyo introdujo el cuerpo de la peregrina, para lo cual, tras seccionarle las manos con un hacha de cocina ya que podía tener restos suyos entre las uñas, tuvo que doblarle las piernas. «Antes la quité la ropa, ya que como todo el mundo sabe el cuerpo se descompone antes», explicó con frialdad. Tras enterrarla, puso unos puntos de referencia con unas piedras. A preguntas de los investigadores explicó que más tarde quemó la ropa, la mochila y todos los enseres, aunque tampoco precisó donde. En el momento en el que narra todos estos detalles, Muñoz Blas se derrumba. «Todo esto es muy fuerte, es como una película», dice casi al borde del llanto. Tras reponerse, Muñoz Blas se jacta de su pericia a la hora de ocultar el cadáver. «Si yo no hubiera querido no lo encontráis nunca», espetó a los investigadores, a los que confesó que no entendía como después de tantos días de investigación, con helicópteros sobrevolando la zona, y con perros policía merodeando su finca, no encontraron nada. «Yo sabía lo que estaba pasando, no soy tonto, y el hecho de que después de tantos meses no encontraran el cadáver me daba ventaja, incluso me fui a Madrid a ver a mi hija». Después, Muñoz Blas narró el día en el que volvió al lugar donde enterró el cuerpo. «No estaba a gusto conmigo mismo, sólo quería que la encontrarais». Contó que una noche, después de que dos agentes estuvieran en su casa haciendo preguntas, se vistió totalmente de negro y esperó a las dos de la mañana para dirigirse al lugar y desenterrar el cuerpo. «No había luna y casi no llevaba luz, porque quería ver el cuerpo lo menos posible», narra el acusado. «Olía muy mal, no le deseo a nadie que huela algo igual», explica con detalle. De hecho asegura que estuvo varios días vomitando y que no se le iba el olor de la cabeza. Ya con el cuerpo fuera, lo cargó y camino durante dos horas para alejarlo lo más posible de su casa. Lo colocó en las inmediaciones de la carretera, entre unos arbustos. Fue allí, donde después de su detención, el 11 de septiembre de 2015, y gracias a sus indicaciones, la Policía Nacional encontró los restos de la peregrina, cinco meses después del asesinato.

El video concluye en la zona donde supuestamente enterró la manos, que a día de hoy no han aparecido.

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