Diario de León

Acontecimiento histórico

Deuda del agua: tristeza y vida caminaron unidas

Se cumplen 70 años del primer desembalse del pantano de Barrios de Luna, que cambió para siempre el devenir de una parte de la provincia

El jefe del Estado de entonces, Francisco Franco, en la inauguración del embalse de Luna en 1956. DL

El jefe del Estado de entonces, Francisco Franco, en la inauguración del embalse de Luna en 1956. DL

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Corría el año 1935 cuando empezó a redactarse el proyecto primitivo del Embalse de los Barrios de Luna por el Ingeniero de la Confederación Hidrográfica del Duero Luis de Llanos y Silvela, finalizándolo en 1.936. El objetivo que se perseguía era garantizar el abastecimiento de agua para todos los regadíos concesionales y usos industriales que se asentaban en las riberas del Luna y del Órbigo y crear nuevos regadíos llevando el agua a la sedienta comarca del Páramo, además del aprovechamiento de la misma para fines hidroeléctricos y otros usos. Unas actuaciones con dos objetivos: la generación de riqueza agrícola y frenar la despoblación que estaban sufriendo las comarcas receptoras del agua embalsada. El bien de unos causó el sacrificio de otros y así las gentes del valle de Luna, en medio de lágrimas y sufrimiento, tuvieron que abandonar sus pueblos al ser anegados por las aguas.

En 1945 se adjudicaron las obras a Ginés Navarro, iniciándose ese mismo verano. Paralelamente a la construcción del embalse, y en cumplimiento de una orden dictada por la Dirección General de Obras Hidráulicas el 30 de diciembre de 1946, se inicia la creación del Sindicato Central del Embalse de Los Barrios de Luna que agruparía en un futuro a todos los usuarios (regantes, industriales, abastecimientos) que recibieran sus aguas del citado embalse.

El 15 de junio de 1951 se cierran las compuertas para el inicio del primer embalsado y a las 5 de la tarde del día 31 de julio de 1951 se abren y se produce el acontecimiento histórico tan esperado del primer desembalse que sería el germen de la posterior riqueza de los pueblos que integraban las comarcas del Luna (aguas abajo del pantano), Órbigo y Páramo, cuyos cultivos empezaron a saciar su sed. Los ribereños que vivieron aquellos momentos aún recuerdan con emoción como se agolpaban en las márgenes de ambos ríos para ver llegar a sus zonas de riego el agua tan deseada. En ese primer año el embalse llegó a contener cerca de 15 Hm3, que se sumaron a los más de 10 que el río aportó durante el período de desembalse y que sirvieron para satisfacer las necesidades de los cultivos de las comunidades de regadío tradicional que ya funcionaban en ese momento. Barrios de Luna se acabó llenando totalmente en 1956 y a mediados de la década de los 60 del siglo pasado se culminó el desarrollo de la zona regable prevista, ampliada de nuevo en el año 2002.

En palabras de Ángel del Riego, en aquellos momentos Presidente del Sindicato Central de Barrios de Luna, en su discurso dirigido a los regantes en los Actos de Conmemoración del 50 Aniversario del Primer Desembalse, «atrás empezaba a quedar el duro trabajo de muchos hombres y mujeres, nuestros padres y abuelos, hechos de una madera especial (yo diría que de boj, porque es extremadamente dura), que hicieron cientos y cientos de pozos a pico y pala, con el cigüeñal, con el ‘aparato’, con la ‘machina’; que regaron a noria, a ‘pozadas’, con un caballo, un burro, un macho y hasta un buey; que trazaron los regueros y las molderas que se hacían por hacendera, que se asociaron para regar, que amaban el agua, que gestionaron con muchas dificultades los asuntos del agua, unos como simples regantes, otros como presidentes de comunidades de regantes, de juntas de regantes, de sindicatos, de comisiones organizadoras, de agrupaciones».

Dos imágenes del periodo de construcción de la presa. DL

Hoy se cumplen 70 años de aquel memorable acontecimiento, que trajo una riqueza innegable a las zonas receptoras del agua y que logró, al menos en parte, minorar la sangría poblacional que empezaba a asolar las zonas rurales del Páramo y la Ribera en un momento de gran crecimiento demográfico.

Pero la alegría de unos tuvo que chocar con las lágrimas y la impotencia de los que tuvieron que abandonar sus casas, sus tierras y sus raíces de manera forzada, aguantando hasta el último momento antes de que fueran anegadas por las aguas del pantano de Barrios de Luna, sepultando su vida y sus ilusiones. Nuestro agradecimiento y reconocimiento deben ser perpetuos y el sacrificio de esas gentes no tiene que desaparecer nunca de nuestra memoria, sobre todo cuando esté en nuestras manos ser solidarios. Ellos sufrieron para que otros tuviéramos riqueza. Gratitud eterna a los vecinos de Arévalo, Campo de Luna, La Canela, Casasola, Cosera de Luna, Lagüelles, Láncara de Luna, Miñera, Mirantes de Luna, El Molinón, Oblanca, San Pedro de Luna, Santa Eulalia de las Manzanas, Trabanco, Truva y Ventas de Mallo. Como reza en el monolito erigido en su memoria en Bustillo del Páramo en palabras de Pedro García Trapiello: «Nombradles y no habrán muerto».

También en su memoria merece la pena recordar las palabras de Mariano Domínguez Berrueta: «Aún queda lo que no se puede valorar, ni pesar, ni medir: el sacrificio enorme de abandonar la tierra en que se ha nacido, el solar de la propia historia, el cementerio de tan hondas evocaciones, la parroquia donde estaban las raíces de la propia espiritualidad, la escuela de los recuerdos de la niñez, el prado ameno que en los pocos días de vagar y de fiesta era el campo de bailes y fiesta de la mocedad, el panorama de belleza solemne a cuya luz se recrea el aldeano acertadamente, que no hay en el mundo paisaje como aquel y prado como el suyo».

Nunca fueron debidamente recompensados, porque todo lo que perdieron tiene un valor incalculable y no se paga con dinero. Una vida tuvo que expirar, para que otra siguiera adelante.

Apenas tres reconocimientos hacia todas esas gentes en estos 70 años: en 1994 y fruto de un concurso, se elige el nombre de ‘Valles de Luna’ para denominar al Instituto de Enseñanza Media de Santa María del Páramo, cabecera de una de las comarcas más beneficiadas por las aguas de dicho valle, denominación que se sigue manteniendo en la actualidad (se había construido en 1964); el 31 de julio de 2001 se celebró en el pueblo de Barrios de Luna un homenaje de reconocimiento a los pueblos anegados por el pantano, dentro de los Actos de Conmemoración del 50 Aniversario del Primer Desembalse organizados por el Sindicato Central de Barrios de Luna, que culminó con la entrega de una placa a María Ángeles García Suárez, presidenta de la Asociación de Familias del Pantano de Luna en aquellos momentos, en un acto de hermanamiento entre quienes lo perdieron todo y los beneficiarios de su sacrificio; el 27 de marzo de 2015 se inaugura un monolito levantado en la plaza de Bustillo del Páramo dedicado «a quienes dieron sus pueblos a morir bajo las aguas del pantano de Luna para que pudiera vivir una Tierra Paramesa condenada a la sed y la penuria», aprobándose una moción por el pleno del Ayuntamiento de Bustillo del Páramo y que una vez enmarcada fue entregada a los alcaldes de Sena y Barrios de Luna. En dicha moción se recuerda que «las indemnizaciones que habían recibido por su impagable sacrificio fueron las de una España empobrecida y tacaña que nunca pagó la vida que dejaban atrás». Demasiado poco a cambio de tanto.

Manuel Mantecón. Secretario del Sindicato Central del Embalse de Barrios de Luna

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