Fernando Álvarez, un entusiasta del valle de Sabero

En la vida cotidiana del valle de Sabero, Fernando era un personaje central que participa en todos los eventos que se organizaban, ya fuera el Museo de la Siderurgia y la Minería donde tenía sitio fijo, la casa de la cultura de Olleros, la celebración de Santa Barbara, la fiesta de Alejico, el cocido de Sahelices, los jueves de mercado en Cistierna, en definitiva, todo aquello que da vida a la montaña. Era un fijo en salir a tomar el vino y calibraba muy bien donde ponían las mejores tapas y no dejaba ni una. De vez en cuando disfrutaba haciendo un aperitivo donde Pablo en Alejico o con su café de media tarde que le gustaba subir donde Pepín en Argovejo.

También le gustaba ir alguna tarde hasta Las Muñecas donde había pasado una escasa infancia y estaban sus orígenes.Siempre dispuesto a cualquier plan que se le propusiera y con esa vitalidad incombustible que ha tenido hasta el último momento. Cabezón hasta la extenuación, nunca te daba la razón. Nació en Las Muñecas en 1928 y siendo niño se quedó huérfano de padre.Empezó con 14 años a trabajar en Hulleras de Sabero donde se jubiló con 58 años.

Paso todas las penalidades de empezar a trabajar en la empresa en 1942 cuando todo era trabajo manual. De Vegamediana paso a los talleres de Sotillos hasta su jubilación en 1986.Vivió la época de esplendor de la minería donde el valle de Sabero rebosaba vida y el la disfrutó participando activamente en todas las fiestas y actividades que se celebraban.

Tenía esa inteligencia natural que le hacía ser consciente de sus limitaciones, como cuando su nieto mayor comenzó a trabajar comentaba, ese niño no sale a mi, yo soy un «zoquete».Tenía la retranca y sabiduría que dan los años y siempre dejaba un punto de humor en una conversación.

A su edad había perdido por el camino de la vida a sus mejores amigos, Ángel, Carmelo y por circunstancias ajenas a él desde la pandemia no pudo disfrutar de la compañía de Serapio.Siempre rodeado y atendido por su familia, sus hijos y sus nietos le han cuidado hasta el último momento y el vacío que ha dejado en sus vidas es infinito, sobretodo en su nieta Maria que ha convivido y cuidado de él estos últimos años.