Diario de León

Manuel Gullón, presidente de la Fundación de las Mártires

«Es un hito porque se va a hacer beatas a unas mujeres laicas»

Manuel Gullón en la Casa de Tepa, donde residió Pilar Gullón. MARCIANO PÉREZ

Manuel Gullón en la Casa de Tepa, donde residió Pilar Gullón. MARCIANO PÉREZ

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La diócesis de Astorga ya lo tienen todo listo para vivir lo que consideran que es un hito. La catedral asturicense celebra mañana a las 11.00 horas la beatificación de las enfermeras laicas de Astorga Pilar Gullón, Olga Pérez-Monteserín y Octavia Iglesias que fueron martirizadas por odio a la fe el 28 de octubre de 1936 en Pola de Somiedo (Asturias). Fue el 11 de junio de 2019 cuando el Papa Francisco reconoció el martirio de las tres jóvenes laicas; una causa que fue impulsada por seis sobrinos de Pilar Gullón allá por el año 2006 y para lo que crearon para tal fin la Fundación de las Enfermeras Mártires de Somiedo, presidida por Manuel Gullón.

—Tras quince años de lucha, la beatificación va a ser mañana una realidad. ¿Cómo empezó todo?

—En mi familia hemos vivido el hecho del martirio y la vida de mi tía muy intensamente desde que nacimos porque nuestro padre siempre nos la tuvo muy presente. Eso nos animó, una vez fallecido mi padre, a iniciar el proceso de beatificación porque él no se atrevió a iniciarlo. Además, aprovechando mi calidad de Gentilhombre de su Santidad y que por ello viajo mucho a Roma, fue mucho más fácil porque conocía todos los trámites para realizar el proceso de beatificación.

—¿Qué recuerdo se le viene a la mente del proceso?

—Lo iniciamos pero no sabíamos como iba a acabar porque desconocíamos si era posible o no. Nos animó mucho a hacerlo el hecho de que fuera nuestra tía y otras dos enfermeras de Astorga. Ha sido un proceso muy largo y muy duro en el que ha habido que trabajar intensamente y no ha sido nada fácil. Todo el proceso inicial se hizo en la diócesis de Astorga y, posteriormente, fue a Roma donde pude seguirlo en toda su plenitud. Además, durante el proceso averiguamos cosas, de propios testigos, que nuestro padre no nos había contado.

—¿Y qué ha sido lo más complicado a la hora de conseguir la beatificación?

—En el proceso martirial no hace falta que haya un milagro, sino que se demuestre que las tres enfermeras no renegaron de la fe católica. En el momento de los hechos, hubo testigos que vieron cómo los milicianos republicanos les pidieron en numerosas ocasiones que renegaran de la fe pero ellas no accedieron y, a partir de ahí, ya fue cuando las martirizaron y les hicieron todo tipo vejaciones. Por eso, lo más complicado fue conseguir esos testigos, que la mayoría de ellos han fallecido ya durante todo el proceso para la beatificación.

—¿Temió en algún momento que no se reconociera el martirio?

—Son hechos que hay que demostrar y tiene que haber una serie de testigos y encontrarlos no es fácil. Si a lo mejor hubieran pasado 200 años, conseguir la beatificación sería mucho más complicado. Nosotros hemos tenido la suerte de que hemos llegado a tiempo, quizás en un tiempo límite, porque si llegamos a empezar este proceso hace cuatro años ya no contaríamos con muchos testigos que han fallecidos.

—Hay personas que no comparten esta versión oficial de los hechos, ¿qué opina al respecto?

—Respeto todas las opiniones. Yo estoy muy tranquilo con lo que hemos hecho. Nuestra trabajo ha sido muy concienzudo y los hemos hecho bien, con testigos y documentación, con un cien por cien de conciencia y descubriendo muchas cosas que no se sabían.

—A pocas horas ya del acto, ¿que siente después de trabajar tanto por esta beatificación?

—Estoy especialmente orgulloso, sobre todo en el caso de mi tía Pilar. He oído tantas veces, desde pequeño, hablar del sacrificio que hizo ella porque estaba dando la vida por los demás. Ella nunca esperaba que iba a pasar esto, solo trataba de ayudar a los enfermos y, luego, pasó lo que pasó. Es un reconocimiento que la Iglesia hace para que todo el mundo pueda saber cómo eran estas tres enfermeras que están llenas de heroísmo, pasión, fe... entregaron su vida a Cristo. No pienso en bandos ni en colores, solo pienso en el ejemplo que dieron estas tres enfermeras de entrega y sacrificio.

—Imagino que la satisfacción será doble porque se trata de la primera beatificación de la diócesis de Astorga, ¿no?

—Por supuesto. Es importantísimo para una de la diócesis más antiguas de España. Además, es un hito porque se va a hacer beatas a unas mujeres laicas, algo que no suele ser muy habitual, ya que suele hacerse a religiosos.

—El siguiente paso sería la canonización. ¿Irá a por ello la fundación?

—Esto no se va a parar aquí. Pretendemos seguir adelante con la canonización porque estas tres enfermeras laicas de Astorga se lo merecen.

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