Diario de León

LEÓN ■ SUCESOS

Los escondrijos del sospechoso de la desaparición de Mari Trini y su bebé hace 30 años

En Matadeón de los Oteros había un baúl de hierro enterrado y en Berbes una fosa o zulo

Arcón de hierro encontrado en la casa de Da Silva derribada en Matadeón en 1997

Arcón de hierro encontrado en la casa de Da Silva derribada en Matadeón en 1997

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ANA GAITERO / ISOLINA CUELI | LEÓN / ASTURIAS
León

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Antonio María Da Silva, principal sospechoso de la desaparición de María Trinidad Suardíaz y su hija Beatriz, hace más de 30 años, tenía por costumbre hacer agujeros o zulos en las casas que habitaba. El pasado lunes, el equipo de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violeta (Udev) de Gijón, dirigió la excavación de lo que parecía una fosa séptica en la última casa que habitó en la localidad asturiana de Berbes (Ribadesella).

Pero descubrieron que no tenía ventilación ni acceso de tuberías necesarias para la evacuación de fosas y excrementos.

«Lo más llamativo es que tenía la forma y dimensiones de un cuerpo humano, por lo ante la sospecha de que pudiera albergar los cuerpos de las mujeres, se procedió a excavar el fondo y los alrededores del muro aunque finalmente se comprobó que estaba vacío», según explica una nota del Cuerpo Nacional de Policía.

Los investigadores barajan que se trate de un zulo para guardar material de contrabando, actividad con la que Da Silva estaba muy familiarizado, o que desistiera de usar la fosa ante la proximidad a una conducción de agua potable.

A los vecinos siempre les extrañó la envergadura del material que Da Silva empleó en la obra de Berbes que había comprado a Pepe Valdés y amplío sin ningún tipo de licencia municipal. Pensaban que ni siquiera tenía cuarto de baño, aunque lo cierto es que en las numerosas obras que realizó en los tres cuerpos de la casa acondicionó un pequeño espacio con inodoro. La casa de Berbes quedó a medio hacer, con las escaleras de cemento y sin revestir, al igual que el corredor que avanzó hacia la calle.

La hipótesis de una huida rápida la apuntan el estado de las obras, pero también el abandono de efectos personales, dinero, cartas manuscritas de Mari Trini y documentos de todo tipo, desde una nómina de una empresa suiza, data en abril de 1985, pocos meses después de su matrimonio con Mari Trini en Villaviciosa, hasta apuntes sobre el material de construcción empleado en alguna obra.

La Udev de la Comisaría de Gijón, encargada de la investigación del caso por el Juzgado de Instrucción número 4 de la ciudad, cuya titular, Ana López Pandiella, decidió la reapertura, analiza la documentación recogida por si hubiera nuevas pistas. En la casa quedó más material y la brigada de obras municipal desalojó otra cantidad considerable de objetos.

Misteriosa trampilla

El modus operandi de Antonio María Da Silva era conocido en Matadeón de los Oteros, donde vivió con su primera esposa, Teresa, y varios hijos, y también con Mari Trini. Allí la recogieron en 1986 su madrina y el marido de ésta tras pedir socorro tirando un papel por la ventana, lo que motivó la detención del marido.

Francisco Sánchez, exalcalde de Matadeón, informó a este periódico que la vivienda fue derribada en 1997 por encontrarse ruinosa. «Ante los rumores que había en el pueblo sobre que había enterrado allí a algún niño, llamé a la Guardia Civil para que supervisara el derribo», explicó.

La alarma saltó cuando descubrieron que en el suelo de la vivienda había una trampilla. Tras excavar, accedieron a un agujero en el que encajaba un baúl de hierro con «relojes, transistores, bolsas y ropa», añadió el regidor. El baúl, inspeccionado hace dos años por la Udev de Gijón, se guarda aún en un archivo y almacén municipal.

«En aquel entonces traté de dar con el paradero de Da Silva porque los gastos de la demolición debían correr por su cuenta, encontré una carta con el nombre y la llevé al consulado de Portugal en León, pero nunca dieron con él», aclaró Sánchez. En el pueblo queda el recuerdo de los niños que correteaban por la calle, no iban a la escuela, y acudían obedientes y veloces a la llamada del padre. Eran los críos de Teresa, que huyó de la mala vida que le daba Da Silva.

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